“En mi lecho, por las noches, he buscado al que ama mi alma…”. Esta frase la tomé del libro Cantar de los Cantares que está en la Biblia.
Es la historia de un amor puro y profundo entre un hombre y una mujer, así podemos comparar el amor de Dios hacia el hombre.
El amor divino de Dios es mejor que todos los amores de la vida.
Ese amor que ama tu alma es eterno y fue creado para ti antes que tú naciera, dice en Jeremías 31:3: “Jehová se manifestó a mi hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”. Dios ama tu alma desde el mismo momento que te formó, eso es el propósito más puro de Dios.
Es un amor incomparable, misericordioso, compasivo, perdonador, salvador, ayudador, redentor y vivificador.
Para que puedas recibir el amor de Dios es necesario enamorarse de Dios y así podrías percibir su ternura y comprensión de su naturaleza divina.
Cuando nuestra alma está desconectada de Dios estamos turbados, pero cuando lo encontramos comenzamos a conocer y a gozar con él y decir como el salmista “mi alma está pegada a ti” y en esencia tu afán no será el cielo ni la tierra meramente, porque estará unido y adherido a Dios mismo.
Nada de lo creado podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro porque su amor es para siempre.
El que ama tu alma es el Padre, que sacrificó a Jesucristo su hijo para mostrarnos su amor, siendo nosotros pecadores, Cristo murió por nosotros. Busca y desea con todo tu alma al que ama tu alma.