Claudio Caamaño Vélez.
Soy de opinión que la crítica es buena porque permite identificar debilidades y ayuda a ser mejor; así mismo considero que la oposición política juega un importante papel de contrapeso, indispensable para el equilibrio democrático y la salud del Estado de derecho.
Pero una cosa es la crítica y la oposición, y otra cosa es la encarnizada desesperación de hacer daño para escalar. Ese tipo de prácticas son propias de seres despiadados, capaces de poner sus ambiciones por encima del interés colectivo.
Este es el caso en que tristemente se ha circunscrito el doctor Leonel Fernández, quien recientemente lanzó una desatinada ola de críticas al Gobierno del presidente Abinader, esbozando cifras imprecisas y mostrando un claro desconocimiento de la realidad.
Es penoso que una persona de su nivel, que por 12 años gobernó este país, siendo la persona viva que más tiempo ha dirigido los destinos de nuestra nación, y quien ha ganado un alto nivel de prestigio internacional, se preste a ese tipo de acciones, que distan mucho de la postura de un estadista y lo rebajan al plano del politiquero.
Al doctor Fernández, a pesar de cualquier diferencia, le considero como un activo importante de la política dominicana y un referente en el plano internacional.
Es por eso que me atrevo a sugerirle que juegue un papel de más altura, que haga su trabajo de oposición de manera constructiva y seria, y que no permita que la sed de poder le induzca a recurrir a métodos desesperados, que le perjudican al país y a él mismo.
Espero que este escrito sea recibido con la misma buena fe con que lo escribo. Abrazos.
