Al desnudo pretensiones de imponer JCE

Al desnudo pretensiones de imponer JCE

Al desnudo pretensiones de imponer JCE

Periodista Luis García

Vivimos en una sociedad en la que la hipocresía política se ha convertido en una práctica cotidiana, por lo que resulta aleccionador abrevar en fuentes de conocimientos como la que ha significado para la humanidad el político, filósofo, jurista y orador romano Marco Tulio Cicerón; porque a través de su pensamiento se puede reflexionar acerca de cuestiones actuales que él supo colocar, hace siglos, en una perspectiva de futuro inimaginable en su época.

Una de esas enseñanzas, a propósito del proceso de evaluación que lleva a cabo el Senado de la República para la escogencia de los nuevos integrantes de la Junta Central Electoral (JCE), es de que hay que estar siempre preparado para lidiar contra el engaño y la simulación. Esto lo graficó Cicerón diciendo que “de todos los hechos culpables, ninguno tan grande como el de aquellos que, cuando más no están engañando, tratan de aparentar bondad”.

Aunque no exista una marcada conducta intencional de engaño, por lo menos se evidencia falta de sinceridad en parte de quienes plantean que el órgano electoral habrá de conformarse con figuras alejadas de la actividad política, bajo el argumento de que eso garantizaría un correcto arbitraje de los futuros procesos electorales. La realidad social criolla ha demostrado que nadie es aséptico de la política, en vista de que se trata de una cuestión que parecería genética en el dominicano.

Al margen de la acepción médica con que regularmente se da significado al referido concepto, se describe una persona aséptica a aquella que no toma posicionamiento y carece de sentimientos. Ese ser humano no existe, lo cual vemos en palabras del ensayista español, José Ortega y Gasset, cuando ausculta al hombre: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo…”.

Muchos piensan que existe hipocresía y engaño en las posiciones de algunos dirigentes políticos en sus ideas de que la estructuración de la JCE debe hacerse mediante la escogencia de “independientes”, siendo el verdadero propósito el que responda a sus intereses en el momento de la toma de determinadas decisiones en el ámbito de funcionamiento del máximo organismo electoral del país.

En el contexto anterior, se habla abiertamente de que el expresidente y líder de la Fuerza del Pueblo (FP), Leonel Fernández, quiere para titular del órgano al actual presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Román Jáquez Liranzo, y para lo cual habría procurado el respaldo del jefe del Estado y máxima figura del Partido Revolucionario Moderno (PRM), Luis Abinader.

Pero también constituye un secreto a voces que el presidente del perremísmo y ministro Administrativo de la Presidencia, José Ignacio Paliza, pretende llevar a Fernán Ramos Peralta, hombre de su confianza que se desempeña en la posición de miembro suplente del TSE; que el expresidente Hipólito Mejía sigue peleando por su pupilo Eddy Olivares, y que el presidente de la Cámara Alta y del Partido Dominicanos por el Cambio (DxC), Eduardo Estrella, no cede en la defensa de la candidatura de Rafael Armando Vallejo Santelises.

Todos ellos reúnen méritos suficientes para formar parte de la JCE, pero no por el hecho de ser independientes. Imponerlos sería antidemocrático, en virtud de que violaría los principios de igualdad y libertad.

El mejor aporte que podría hacerse a la democracia en la actual coyuntura, consistiría en que el liderato político propicie un consenso, tomando en cuenta que los seleccionados respondan a los estándares de la capacidad, la honestidad y la independencia de criterio de los postulantes; jamás recurriendo al engaño y la hipocresía política.



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