Pasaron las elecciones. Como desde hace décadas, acudimos a las urnas ordenada y pacíficamente, demostrando el espíritu cívico cuya existencia tanto negamos. Los incidentes lamentables quedaron reducidos a su mínima expresión.
Las instituciones públicas y los candidatos mostraron un comportamiento ejemplar; entre la apertura de los colegios electorales y las felicitaciones al vencedor pasaron apenas diecisiete horas. Un motivo más de celebración y de reconocimiento al pueblo dominicano.
Merecen ser felicitados los vencedores, el Partido Revolucionario Moderno y sus cabezas de boleta: Luis Abinader y Raquel Peña.
A ellos y todos los candidatos electos, los dominicanos debemos extender nuestros parabienes y apoyo. Hay que recordarsiempre que, aunque los procesos electorales sean un choque de posiciones, la vida en democracia es un ejercicio colectivo. Pasadas las elecciones, debemos trabajar juntos, dentro de nuestras diferencias, para la solución de los graves problemas que enfrentamos.
El más inmediato de ellos es la pandemia. Aunque la campaña electoral nos haya hecho olvidarla, siempre ha estado ahí y ahora tiene más fuerza que nunca. No podemos perder de vista que este reto es, sin lugar a duda, el de mayor envergadura afrontadoen nuestras vidas. Contrario a los demás, no somos determinantes en su desarrollo, sino tan solo simples espectadores que hasta ahora podemos hacer poco más que quitarnos de su camino.
Las nuevas autoridades, como las actuales, están llamadas a gestionar una crisis para la que nuestro país y el mundo no estaban preparados. Por ello, debemos hacer lo que la campaña electoral no nos permitió: arrimar todos el hombro y ayudarles a empujar la carreta. Lo necesitan ellos y lo necesitamos todos.
Tiempo habrá para la necesaria discusión de nuestras diferencias, pero ahora debemos hacer piña alrededor de los esfuerzos para que la actual situación sanitaria no vaya a más.
La democracia es un sistema de convivencia bello, precisamente, porque nos permite gestionar los conflictos sin que olvidemos que hay un bien común al que nos debemos todos. Dejemos de lado por ahora nuestras diferencias y respaldemos todos a las nuevas autoridades en su desafío contra un desastre al que no le importa nada.