Todavía no le encuentro una explicación válida al exilio y castigo que los periodistas deportivos de Estados Unidos y la misma Grandes Ligas le ha impuesto al ex pelotero dominicano Sammy Sosa.
Parecería que este jugador que en un momento se convirtió en protagonista de primer orden en todo el béisbol, desde su retiro lo han mantenido en una especie de paria.
Es tan así, que las Grandes Ligas, incluso el equipo en el que más se destacó y que puso a vibrar por años a todos los aficionados de los Cachorros de Chicago, ni siquiera lo toma en cuenta cuando realiza actividades a la que invita a otros ex-jugadores que tuvieron muy poca incidencia.
Mayor League Baseball sabe perfectamente que Sammy, junto a Mark McGwire, con la famosa batalla de cuadrangulares de 1998 al 2,000, que ambos sostuvieron, fueron artífices del incremento exponencial que experimentó ese espectáculo en todo el mundo.
Fue tanta la incidencia de Sosa en toda la sociedad de los Estados Unidos, que el ex presidente Bil Clinton le hizo una invitación especial a la Casa Blanca, definiéndolo como un héroe, por sus aportes al béisbol y por la ayuda humanitaria que ofreció a sus compatriotas afectados por el huracán Georges.
Asimismo, fue recibido en audiencia especial por el Papa Juan Pablo II, quien manifestó que estuvo pendiente de la batalla que libró con McGwire. También en República Dominicana recibió elogios de toda la sociedad, al punto que la autopista que llega al aeropuerto de Las Américas, recibió el nombre de “Ruta 66”.
Es decir, todos querían estar al lado de Sammy. Entonces, que cosa tan mala ha hecho para que de un tiempo a la fecha lo estén ignorando?