Ahora que tenemos abundancia

Ahora que tenemos abundancia

Ahora que tenemos abundancia

Miguel Febles

Algunas informaciones ofrecidas por entidades e instituciones públicas pueden dar la impresión, o estar dirigidas a crearla, de que se está operando un cambio desde la administración del Estado que a su vez se refleja en grandes resultados. Veamos casos.

En el lapso de dos días hemos visto en la prensa informaciones sobre el desempeño sobresaliente de algunas áreas económicas, o relacionadas con ellas. El café, según el Centro de Exportación e Inversión, aportó el año pasado 12.2 millones de dólares, su mejor comportamiento en los últimos cinco años.

Las remesas, de acuerdo con información del Banco Central, alcanzaron en el primer trimestre de 2022 —es decir, hasta marzo— 2,396.2 millones de dólares, superior en 653 millones de dólares las recibidas en igual período del año 2019, cuando no había pandemia.

Un informe estadístico de la Junta de Aviación Civil señala que en el marzo recién pasado fueron transportados un millón 346 mil 412 pasajeros en 10 mil 285 operaciones aéreas internaciones, cifras que lo convirtieron en “el tercer marzo de mayor cantidad de pasajeros de la historia en el país, después de marzo de 2019 y 2018”.

¿Están algunos administradores de los asuntos públicos atrapados en espejismos o simplemente aprovechan resultados coyunturales para hacer propaganda a favor de una buena imagen pública? Ojalá sea esto último.

Si están atrapados en espejismos, roguemos que la cabeza, es decir, el presidente Luis Abinader, tenga una clara conciencia de la causa de estos resultados y que se mueva arrastrando los pies, porque experiencias del pasado enseñan que las grandes crisis internacionales son en alguna medida burbujas que, tarde o temprano, dejan a los países marginales en una situación comprometida por dejarse llevar de resultados del momento.

Ocurrió en los años 20 del siglo pasado, con el final de la Primera Guerra, y volvió a pasar con el final de la Segunda Guerra.

En la primera ocasión gobernaba los prebostes de las fuerzas de ocupación, que procedieron a endeudar el Estado dominicano; en la segunda gobernaba Trujillo, que vio caer los ingresos antecedentes por el final del conflicto armado.

Trujillo manejaba los asuntos públicos como si fueran privados, los principales negocios del país eran suyos, pero cuando llegaba una crisis los manejaba como si fueran públicos y, como consecuencia, las crisis o las bancarrotas eran cargadas al pueblo dominicano.

Vivimos un situación excepcional y acaso lo oportuno sea aprovechar la abundancia, si es que podemos alcanzarla, para reducir el nivel de la deuda externa y salir bien nutridos a la maratón cuando vuelva el mundo a la normalidad, porque va a volver, y para los negocios mundiales volvamos a ser paisitos marginales.