Cuando el presidente de la República, Luis Abinader, empezó a emitir decretos nombrando a los ministros que les acompañarán en el próximo cuatrienio, los más esperados eran los que incluían las remociones de Jesús-Chú-Vásquez, de Interior y Policía, y Francisco Camacho, de Deportes, por ser los funcionarios peores valorados en encuestas que se han visto.
El decreto de Chú llegó con una remoción, que para muchos fue un ascenso, al sacarlo de Interior y Policía para enviarlo como cónsul para la ciudad de New York.
De acuerdo a varias fuentes, el de Camacho no llegó porque se iba a ver muy feo que lo destituyeran en medio de los Juegos Olímpicos.
Realmente, no recuerdo en la historia a ningún ministro de Deportes con tan alta tasa de rechazo como Camacho, quien al parecer es el que más propuestas “anti-éticas” recibe de los periodistas de diferentes áreas, porque es por todos los lados que recibe ataques que parecería que está constantemente en medio de una campaña de descrédito.
La realidad es que, me parece, la gestión de Camacho ha sido muy mala en el Ministerio de Deportes.
Su ágil comportamiento en los últimos meses evidencia la dejadez con que se manejó antes.
La mayoría entiende que ese despertar se debe a que está tratando de convencer al presidente Abinader para que lo deje, por lo menos, dos años más en la posición.
Uno de sus mayores errores fue no darse cuenta a tiempo que a Marileidy Paulino tenía que tratarla como la estrella de su gestión, ya que sus principales logros han sido durante la misma.
Por esa razón se están proyectando entrevistas cuando Marileidy se quejaba del pobre trato. También lo afectó bastante la falta de tacto para priorizar la inversión en el sector deportivo y, por esa razón, gran parte del dinero que manejó en los últimos cuatro años se convitieron en gastos.