Profesionalmente soy un reportero que, luego de transitar cada escalón en el periodismo, ha llegado a ser Director de un periódico.
Por mi fascinación por el reporterismo, me ocupo de los temas que atañen a la carrera que escogí libremente en mi adolescencia. Me encanta hablar de periodismo con amigos como Quiterio Cedeño, Luis García, Víctor Bautista, Miguel Febles y otros reporteros con profunda capacidad analítica.
Disfruto esta profesión y por tanto no soy ajeno a sus cosas.
Por ejemplo, me horrorizo cuando veo en un entrevistador discutiendo con el entrevistado o cuando el entrevistado responde con un «usted lo ha dicho todo».
Eso simplemente es el reflejo del desconocimiento de la técnica de la entrevista periodística.
El conferencista Agustín Laje se ha mostrado controversial por la pasión que muestra con relación a los temas que aborda, la tranquilidad con la que hace sus planteamientos y por el manejo de los datos cuando se presenta ante medios de comunicación.
Pondré a un lado lo relativo a su posición en contra del aborto y los argumentos que utiliza para defender su convicción de que la vida es un valor absoluto y que por tanto debe ser protegida desde la concepción hasta la muerte natural.
Me centraré en situaciones que sus participaciones en programas de radio y televisión han puesto de manifiesto con relación a la técnica de entrevista periodística.
Estas consideraciones que surgen a partir de las participaciones de Laje en su «media tours» son aplicables con cualquier otro entrevistado de relevancia de los diversos ámbitos.
La entrevista es un género periodístico que tiene su técnica. Hay otros géneros como son el reportaje, crónica y opinión.
Cada uno tiene sus propias características.
En la técnica de la entrevista el centro es el entrevistado y el entrevistador es un conductor que canaliza preguntas para incentivar respuestas.
Cuando un periodista con formación entrevista busca que cada pregunta genere una respuesta con vocación encabezar una nota (lead) o auscultar en la siquis del entrevistado elementos que pudieran permitir a su audiencia hacerse de una opinión sobre el entrevistado o lo que él plantea
Quien tiene formación periodística sabe que debe prepararse para la entrevista, leyendo sobre el tema a tratar y buscando datos que le permitan contextualizar una pregunta o eventualmente «contrapreguntar».
Con frecuencia Laje ha dejado mal parado a sus contrapartes porque lo evidencia como desconocedores del tema, carente de datos o, peor aún, que inventan datos.
Esto no equivale a carencia de capacidad intelectual o inteligencia personal, sino que desconoce la esencia de la técnica de la entrevista.
La situación es más evidente porque con frecuencia en vez de entrevistas se deviene en debates, que son cosas muy diferentes.
Quien tiene formación periodística sabe distinguir las marcadas diferencias entre entrevista y debate. Igualmente tiene claro cuando le toca rol de entrevistador, de entrevistado o de debatiente.
Sabe también que las preguntas se pueden contextualizar para mayor comprensión, pero no para inducir una respuesta.
De igual manera tiene licencia para hacer uso de un dato que esclarezca un concepto o que contradiga otro dato aportado por el entrevistado.
En un debate de lo que se trata es de dos partes argumentado con posiciones disimiles.
Esas situaciones aquí planteadas han sido más que evidentes en el «media tours de Laje», pero son el pan nuestro de cada día.