Monseñor Agripino Núñez Collado puede salir de la rectoría de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, PUCMM, con la satisfacción del deber cumplido. Hemos sido testigo de que hizo de esa institución de educación superior, una obra de orgullo nacional.
Cuando ingresé a estudiar en esa academia, Agripino, como se le llama comúnmente, era su rector. Se le veía como una abejita preparando el panal.
Tuve el privilegio de formar parte de la misma como estudiante y en las áreas docente y administrativa. Me enviaron dos años a hacer maestría en la Universidad de Pittsburgh, Pensilvania, EU. Al regresar me reintegré como catedrática de la PUCMM. Además, fui Directora de Admisiones, Directora de Extensión a la Comunidad, miembro del Consejo Académico, de la Junta Universitaria y tuve el honor de representarla hasta en Europa.
Desde estos escenarios observé el accionar de Agripino.
Este sacerdote campechano, de lenguaje sencillo, pero con licenciatura en Filosofía, Teología, Derecho Canónico y maestría en Administración, trabajaba sin descanso. Manejaba con certeza las luces y sombras. Se seleccionaban con esmero las carreras, contenido de los programas, personal y los estudiantes, despertando credibilidad y confianza.
La meta era ofrecerle a la sociedad un centro académico de prestigio, respetado por la formación de profesionales de calidad y por sus investigaciones científicas.
La Academia creció con firmeza, proyectándose en la comunidad. Los frutos están ahí. Hoy, en que Agripino tiene 44 años como rector de la PUCMM, el Vaticano decidió que concluya esta misión a partir del 15 de enero de 2015.
Entregará las riendas al Rvdo. Ramón Alfredo de la Cruz, sacerdote de gran capacidad intelectual y experiencia académica, quien actualmente es rector de la Universidad Católica Nordestana y presidente de la Asociación Dominicana de Rectores de Universidades (ADRU).
Es de esperarse que los próximos rectores permanezcan menos tiempo.
La alternabilidad es saludable. Evita que se anquilosen las instituciones, al alimentarse de corrientes nuevas.
Sin embargo, he escuchado que Agripino se dedicará a dirigir la Fundación PUCMM y que será el representante de la academia donde sea accionista.
Preferiría verlo libre, despejado, para ayudar otros sectores. Merece descansar y este seria más efectivo con un cambio de actividad.
Eso si, me encantaría que escribiera sus memorias. Seria interesante conocer de las estrategias y protagonistas de que se valió para establecer esta plataforma tan firme en que se levantó la universidad.
Sabemos que siendo rector ha mediado de manera certera en momentos difíciles del país, logrando el entendimiento entre las partes.
Afortunadamente, no necesita el traje de ninguna institución para seguir haciéndolo.
Es un don que puede esgrimir desde cualquier escenario.
Tranquiliza saber que en el otoño de su vida Agripino estará disponible para ayudar, de igual manera, la clase alta, media y baja.
Estoy segura que el empresariado y los líderes que saben agradecer, apoyarían sus acciones en pro de los más desposeídos y para combatir las injusticias sociales.