El debate en España no cede, crece y se alimenta sin cesar. Amontona ejemplos y aportes a tener en cuenta: algunos pocos para emular y otros muchos para desechar y no confundirse al momento de decidir lo que no hay que hacer.
El aforamiento del Rey, léase una cierta forma de impunidad post gestión, es un caso a considerar en serio desde esta otra orilla del Atlántico.
Probablemente una garantía de ese tipo facilitaría la renovación de muchos gobiernos popuprogresistas, dado que sus titulares ya no temerían tanto volver al llano y enfrentarse a los jueces y pasar por los tribunales. Porque es difícil tras el poder, sobre todo cuando se ejerció sin trabas, pasar a la etapa de rendir cuentas. Una protección de ese tipo quizás ayudaría a poner fin a tantas reelecciones y elecciones moldeadas.
Otro caso, el del novel eurodiputado Pablo Iglesias, líder de Podemos, quien mientras trata de “ organizar” – léase controlar- su movimiento y a la gente que lo acompañó y que se había creído en serio aquello de la democracia directa y de las asambleas continuas, revela nuevas pautas que nos ilustran por dónde camina. Desde un libro – “Conversando con Pablo Iglesias”- nuevamente le da la razón a Felipe González cuando los calificó de “bolivarianos”.
Por más que acuse al expresidente y líder del PSOE de ser “un hombre de negocios en América Latina… un millonario que asesora a Carlos Slim y a los multimillonarios del continente americano ( y) se aloja en hoteles de cinco estrellas y no tiene nada que ver con aquel Felipe González de 1979 que hablaba de la democracia del pueblo” y afirmar que a Felipe “ no le gustan los pobres( y que) los odia”, igual los hechos son elocuentes.
Ya es sabido que tanto Iglesias como otros popes de Podemos asesoraron a los gobiernos de Chávez y Correa, con muy buenos salarios. Lo hicieron a través de una fundación estrechamente vinculada a Podemos (CEPS), que cobro 3,7 millones de Chávez en diez años , más otros cobros a Correa.
Agradecido y coherente, Iglesias, al tiempo de reclamar una regulación de los medios de comunicación y la aplicación de “mecanismos de control público”, está de acuerdo con la Ley Mordaza que Correa impuso en Ecuador : “El poder mediático es un poder. Entonces, todo poder necesita regulación social y eso se hace a través de leyes. ¿Dónde está el problema?”, dice Iglesias.
Y cuando habla de Venezuela como que se indigna: “Es tremendo que se le llame ‘dictadura’ ( al régimen chavista) cuando todas las organizaciones internacionales que han seguido los procesos electorales de los últimos años en Venezuela señalan que gobierna quien ha elegido la población”.
Un pequeño detalle: en Venezuela se seleccionan las mentadas organizaciones internacionales -unas si y otras no- y en la últimas elecciones solo se admitieron las organizaciones amigas y compañeras de la Unasur. Y cuando estas, incluso, se atrevieron a pedir el recuento de votos, fueron ignoradas por Maduro.
¿Qué entiende por democracia Pablo Iglesias? ¿No ha leído los informes de las organizaciones internacionales sobre la violación de los derechos humanos y la censura de prensa en Venezuela? ¿Le gustaría a él que le hubieran impedido ser candidato como le ocurrió a Leopoldo López, o que desde la TV se ordenara a jueces y fiscales a actuar contra los opositores y que sus asambleas y círculos fueran reprimidos en las calles a sangre y fuego por policía, ejército y bandas fascistas? O como en el caso de Correa, ¿le gustaría que no se le permitiera como candidato ni entrevistas en los medios?
Desde el llano, desde la oposición y desde las asambleas de barrios seguramente consideraría que todo eso no es democrático. Ahora, puesto en el poder, se ve que piensa diferente.
El hombre, sin dudas, es coherente, además de progresista, de izquierda y bolivariano.