Hace unos años leí en algún lugar que la esperanza no es una cualidad humana, sino que le pertenece a la vida, que es la manera en que la vida se contrapone a nuestras tristezas, a la desazón y a los complejos sentimientos derivados de los momentos de vacío existencial.
Después de varias semanas de muchas intensas situaciones en la vida nacional, en las que muchos de nosotros nos movilizamos en las más diversas intenciones, la cotidianidad impone su ritmo: hay que producir para alimentar nuestras familias, proveerles herramientas para su desarrollo, seguir dándole calor a nuestros proyectos personales pues vivimos en un Estado de magras garantías de bienestar.
En este momento le pido a la esperanza que me agarre – que nos agarre a todos – para no desfallecer frente a la dura realidad de un sistema social excluyente, basado en acuerdos que se remontan a asociaciones de otras épocas, las cuales se manifiestan hoy por hoy en una República Dominicana en la cual apenas se sobrevive, donde los talentos de la juventud, las propuestas de trabajo social y crecimiento humano para conquistar entornos dignos quedan atrapados, asfixiados por los insaciables intereses económicos y políticos particulares.
Esperanza agárranos fuerte, para recuperar a todos esos jóvenes que en nuestra playas y ciudades encuentran en la prostitución su único camino para resolver sus necesidades básicas, en contraposición a los que encuentran su suerte en “pegarse” a través de la política partidista, ambos caminos desafortunados para esta tierra dominicana.
Agárranos fuerte esperanza, para encontrar la puerta del bienestar humano basado en el talento y aporte creativo, por encima de la cultura de «dónde está mi ventaja «, “búscame lo mío”.
Agárranos esperanza, para encontrar la manera de colocar el criterio de lo justo para todos, por encima de lo que le conviene a unos cuantos, enséñanos la puerta a posibilidades de bienestar para los que reconocemos que la vida es un ratico que se entrega a manos llenas, con la abundancia suficiente para todos, antes de que el frío nos aniquile.
Esperanza, arropa nuestras almas para dar espacio a lo perdurable y de alguna manera romper el ciclo del caudillismo, represión, injusticias, revolución y muerte que históricamente han arropado a la Patria de Duarte.