Afecto. Proviene del latín affectus. Es una de las pasiones del ánimo. Significa inclinación hacia alguien o algo especialmente referente al amor y cariño.
Dentro de los puntos básicos de la afectividad está la preponderancia de la familia y de las relaciones amorosas.
Toda persona que viene a nuestro lado, busca afecto. Necesita dar y recibirlo, lo cual es vital para su crecimiento en términos emocionales.
Manifestamos afecto no solo al decir te quiero, besar o abrazar, también cuando nos colocamos en el lugar del otro para comprender su comportamiento ante alguna situación específica.
En el caso del compañero de vida, a la pareja se manifiesta afecto al eliminar las críticas destructivas y la desconfianza, cuando le habla con cariño se calla y escucha, al elogiarle y agradarle dejando de un lado el egoísmo, ocupándose de su salud física y emocional, apoyándolo en sus proyectos.
Sin importar la edad, los hijos necesitan muestras de afecto permanentemente. Lo demostramos protegiéndolos, cuidándolos, recordando lo que necesitábamos a su edad.
Los besos, abrazos y caricias les producen una sensación de seguridad imprescindible para su desarrollo mental y emocional.
Dar afecto requiere cierto esfuerzo, pues implica cuidar, ayudar, proteger, comprender, agradar, proporcionar bienestar. La recompensa es mayor que el esfuerzo .
Un beso, un abrazo, un saludo, una mirada. Una palabra alentadora dicha en el momento oportuno puede cambiar la vida de tu familiar, amigo o aún del desconocido, y eso es demostrar afecto al familiar y a la humanidad.