Actualmente se investigan las razones de un corte de cables eléctricos causante de un apagón en el Aeropuerto Internacional Las Américas (AILA), en la noche, durante cuatro horas, sobre su pista de aterrizaje.
Sobre el hecho se han formulado distintas posiciones, entre ellas que se trató de un acto de sabotaje. Otra posición, no desestimable, podría ser que se tratara de una acción de ratería, a tono con el comportamiento que exhiben en nuestro país individuos con una conciencia ubicada a un nivel rampante.
Pero la verdad es que, en uno u otro caso, el acontecimiento refleja la existencia de serios problemas en el orden de la seguridad de ese aeropuerto.
El AILA es una instalación estratégica, y lo es porque está estrechamente ligada a la defensa de intereses nacionales, de la vida humana y a la relación con una multitud de países extranjeros.
Como tal, esa infraestructura y espacio amerita una logística de seguridad especializada, sin cabida a las vulnerabilidades, fundamentada en una planificación estratégica que garantice la “reducción de la incertidumbre y la configuración de un futuro deseable” (“La planificación estratégica y operacional”.
Escuela de Graduados de Altos Estudios Estratégicos (EGAEE), de República Dominicana. Pág. 291, en la revista “Planeamiento Militar”, Ministerio de Defensa).
Frente al acto de sabotaje o de ratería contra el aeropuerto, no caben excusas ni contraacusaciones.
La seguridad del AILA requiere la mayor coordinación entre la organización de seguridad del Estado en materia de aviación y el cuerpo especializado para la seguridad aeroportuaria.
Nuestro AILA no es juego ni tampoco lo son los demás aeropuertos. Su prestigio, su seguridad, son cuestiones trascendentes, nacional e internacionalmente.
Pero el Aeropuerto Internacional Las Américas, “José Francisco Peña Gómez”, no sólo es sujeto de inseguridad, también lo es de un gran desorden, inadmisible en relación con la coyuntura actual de pandemia, la cual demanda una conducta muy distinta a la que practica un gran conglomerado de personas.
Un domingo pasado estuve en el aeropuerto para recibir a unos familiares, y me dio estupor la total falta de distanciamiento y control de orden en el área de recibimiento de viajeros. Amén de que a una gran parte de los visitantes no se les piden pruebas de estar vacunados ni contagiados, según me certificaron los familiares.
La aglomeración allí existente demuestra que mucha gente desconoce el momento de crecimiento de la pandemia que vivimos, con nuevas variantes del SARS-CoV2, con nuevos despuntes del contagio y de demanda de camas de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI); mucha gente le ha perdido el miedo al virus, o está cansada de las medidas contra el contagio.
El gobierno dominicano está obligado irremediablemente a tener hoy una postura más firme y coherente en relación a las medidas anti-covid, pues lo que está en juego ahora es la salud y la vida del pueblo dominicano.