Un representante de Pawa Dominicana asiste a pasajeros varados en el Aeropuerto Internacional Las Américas, luego de que las autoridades suspendieran a la principal aerolínea del país por falta de pago de sus deudas. (AP Foto / Tatiana Fernández)
SANTO DOMINGO.-Cientos de viajeros han quedado varados en Santo Domingo, y algunos de ellos incluso han tenido que dormir en el aeropuerto, luego de que las autoridades suspendieran las operaciones de la aerolínea Pawa Dominicana por una deuda.
«Ahí están nuestras camas: nuestras maletas, o sea, el piso», dijo a The Associated Press Katherine Flores, una venezolana de 27 años, luego de pasar la noche en la terminal aérea.
Flores llegó con dos acompañantes el 31 de enero al aeropuerto de Santo Domingo en escala hacia Curacao, donde tenía previsto vacacionar hasta el 6 de febrero, pero el vuelo de conexión con Pawa Dominicana forma parte de las operaciones suspendidas.
La viajera y sus acompañantes aseguran que han gastado el dinero que llevaban en efectivo en comidas en la terminal aérea y carecen de recursos para hospedarse en un hotel hasta que la aerolínea solucione su situación.
Las autoridades de aviación civil anunciaron el 27 de febrero la suspensión por 90 días de todas las operaciones de la aerolínea debido a que la compañía no había cumplido sus compromisos financieros.
Pawa Dominicana abrió sus rutas fijas a mediados de 2015 y viaja de Santo Domingo a Antigua, Aruba, Curacao, Caracas, La Habana, Miami, San Martín y San Juan.
Himilce Tejada, vocera de la Junta de Aviación Civil, explicó que la línea aérea adeuda unos tres millones de dólares en impuestos y tasas aeroportuarias al Estado y a la compañía que administra el aeropuerto de Santo Domingo, así como otros cinco millones de dólares a otras entidades.
La aerolínea no respondió las llamadas de AP en busca de comentarios y empleados de la compañía en sus oficinas en la terminal aérea dijeron no estar autorizados para otorgar información.
Cuando los viajeros afectados acuden a las oficinas de la aerolínea los empleados les informan que deben hacer un reclamo a través de la página web y que recibirán el reembolso de sus pasajes en un plazo de entre 15 y 21 días hábiles.
«Yo necesito el dinero aquí, no dentro de 21 días, para comprar otro vuelo», dijo visiblemente molesta Lourdes Tabar, una dominicana que reside en Curacao y que ha estado varada en la terminal durante cinco días.
La aerolínea informó en un mensaje en su página web que los viajeros afectados pueden solicitar el reembolso a través de un correo electrónico, pero hasta el jueves no había ofrecido ni hospedaje ni alimentación a los pasajeros.
«La línea aérea ni siquiera la cara da», se quejó Luis Francisco Balbuena, un dominicano de 49 años que había dormido dos noches en el aeropuerto a la espera de viajar a Curacao, donde trabaja en un supermercado para enviar dinero a su familia en un barrio popular al oeste de Santo Domingo.
Durante la primera semana de suspensión unos 1.300 pasajeros fueron afectados. La Junta de Aviación Civil alquiló aviones para reubicar entre el domingo y martes a unos 600 pasajeros en vuelos a Aruba, Curacao y La Habana, explicó Alex Santana, jefe de la división de Facilitación de esa institución.
Santana detalló que para febrero otros 7.000 viajeros estarán afectados por la suspensión de vuelos y muchos de ellos, que estaban en el país o en el extranjero de vacaciones, no contarán con recursos para la compra de otro boleto o para financiar su estancia en espera del reembolso.
Es el caso de Iris Morales, una puertorriqueña que llegó de vacaciones el 4 de enero a Nagua, 190 kilómetros al norte de la capital, y debía volver el jueves a Puerto Rico. «¿Qué voy a hacer? Quedarme aquí en el aeropuerto hasta que consiga el boleto porque yo no tengo dinero para comprar otro», insistió la mujer, quien aseguró que pidió dinero prestado para pagar el transporte de Nagua a la terminal aérea.
Rafael de Moraes, un chef brasileño de 29 años, había pasado en el aeropuerto de Santo Domingo dos de sus seis días de las vacaciones que tenía reservadas en un hotel de la isla franco-holandesa de San Martín.
«Ahora ya no quiero conocer Santo Domingo», sostuvo acostado en el suelo de la terminal junto a un grupo de venezolanos que también tenían previsto viajar a San Martín.