El fenómeno de la globalización trajo consigo grandes cambios rápidos e impresionantes que han impactados en todas las esferas de la sociedad y, de gran relevancia, en la economía de cada país.
Indudablemente que el motor de tales cambios ha descansado en grandes avances tecnológicos y en el comercio internacional con efectos multiplicador derramado en los diversos sectores económicos.
La conversión del comercio internacional al comercio global ha sido uno de los acontecimientos más transcendentales en el ámbito económico en las últimas cuatro décadas, comparado con lo que ocurrió cuando se produjo el salto del esquema de autarquía a la dinámica del nuevo comercio internacional.
En adición, a escala planetaria se observan grandes transformaciones en las estructuras, los sistemas y las formas de producción en cada país y en los ámbitos económico, político, social y cultural a nivel global.
Por igual, con el desarrollo del comercio internacional surgieron los mercados internacionales y la interdependencia entre los países, tanto en sus formas de producción como en la retribución de recursos, y en lo que cada país se ha consolidado en la especialización en aquellas actividades en las que se apela a la teoría de las ventajas comparativas.
Es este legado del economista David Ricardo que en la actualidad rige el ámbito económico comercial en el mundo y en función del cual se crean las teorías del comercio internacional, plataforma sustantiva en que descansan y se estructuran las políticas de comercio internacional.
Las grandes transformaciones registradas en el comercio internacional impulsado por el proceso de globalización comenzaron a descodificarse desde mediado de la década de los 70s, a lo que los estudiosos han denominado como la revolución comercial, fruto de que Japón penetraba de forma impresionante en los mercados internacionales, en tanto, que EE.UU. se abría al mundo, apoyado en la globalización de productos y servicios de una forma masificada que permitía la internacionalización de sus empresas.
Tal realidad transformaba la actividad económica enfocada al nuevo esquema del fenómeno de la globalización, provocando así que la nueva realidad de los mercados es competir con sus similares ubicadas en cualquier lugar del planeta, que ha obligado a una metamorfosis que consiste en transformar las ventajas comparativas en ventajas competitivas.
La nueva dinámica del comercio internacional ha impulsado una apertura sin precedente en el comercio exterior de cada país, lo que, a su vez, ha obligado al rediseño de múltiples medidas macroeconómicas que han permitido que los negocios privados puedan desarrollar ventajas competitivas sin limitaciones.
Es la apertura comercial que explica en una alta proporción el proceso de desregularización de los diferentes mercados combinado con los procesos de privatización de las empresas, servicios públicos, e infraestructura, que estratégica y gradualmente, han denominado como alianza público- privada.
A la Luz de la razón, el proceso de globalización de la producción trae consigo los grandes flujos de capital, de inversión directa en los países emergentes, y de internacionalización de las grandes empresas que pululan por el mundo, cuyo mayor peso se observa en los mercados financieros internacionales.
En igual dirección, se puede interpretar la reorientación de la política comercial a escala global ya que esta se convierte en uno de los pilares esenciales para determinar la eficiente asignación de los recursos productivos y así maximizar el bienestar de la población.
Es importante poner de relieve que las prácticas a nivel internacional y la rapidez del comercio internacional exigen que los controles a través de las aduanas sean cada vez más eficientes y asuman la innovación tecnológica como de prioridad para mitigar los niveles de riesgos inherentes a esta actividad.
Es por ello que la meta fundamental es auspiciar que los procedimientos y sistemas aduaneros de control sean cada vez más efectivos y no puedan ser utilizados como barreras al comercio internacional ni ser percibidos como tales.
Los grandes retos de las aduanas en un contexto de globalización han de estar sustentado en un esquema de cooperación global compartida, agilización de los procesos, servir soporte a la actividad económica y la adopción e innovación de la nueva generación tecnológica.
En el caso dominicano, la introducción del sistema de rayos X en las aduanas local responde a esa dinámica global cuyos avances deben de mostrarse conforme a los pilares estratégicos de la inteligencia o automatización de los procesos, transparencia que debe descansar en que los usuarios tengan la certeza de sus mercancías, la simplificación y la competitividad.