Es un mal mayor al que habrá que buscarle solución urgente, pues de lo contrario vamos rumbo al más tenebroso de los abismos. Millones de horas/clases se pierden cada año escolar en República Dominicana.
Me refiero al sistema de instrucción pública, que acoge a una población estudiantil que supera los dos millones de estudiantes en las escuelas públicas diseminadas por todo el territorio nacional, y que por cualquier protesta de la ADP las aulas quedan vacías.
Los reclamos del gremio de profesores constituyen la principal causa de esta negación para el país. A través de los años, la voracidad de la dirigencia adepeísta ha sacado garras para imponer sus exigencias de mayores salarios para su membresía, por demás súper cuestionada por los bajos niveles de preparación que exhiben muchos de los que ostentan el calificativo de profesor. Con todo y eso, son los servidores públicos mejor pagados.
Con todas las deficiencias de que adolece la enorme legión de profesores del sistema de instrucción pública, tenemos el dato de que la nómina que destina el Minerd a ese sector consume el 62 % de los recursos que recibe esa institución.
Lo más reciente de este gremio es un reclamo cada miércoles por un alza salarial de 25 %. Esa protesta se realiza en todas las escuelas, con la advertencia de extenderla con mayor intensidad.
La información principal que publica el diario El Día, y que detalla en su página 6 de este jueves 24 de marzo, refiere que el 38 % restante es para “atender alimentos escolares, uniformes, reparación de escuelas, equipamiento, tecnología, formación magisterial y otros”.
No es un secreto para nadie que las deficiencias que presentan nuestros alumnos, umbilicalmente están unidas a los escasos niveles de preparación de los profesores. Aunque, claro está, hay sus excepciones.
A principios del mes de marzo, el Minerd presentó los resultados finales del Concurso de Oposición Docente correspondiente al año 2021, en el que 29,527 evaluados resultaron aprobados, para un 41.10 % de un total de 73,569 postulantes que cumplieron con los requisitos de participación.
Con todo este panorama por delante, unido a los consabidos contratiempos que provocó la pandemia del Covid, el sistema educativo no debe sucumbir ante las apetencias de gente con muy poca o ninguna preparación para educar a nuestros hijos.