Me ha sorprendido en Madrid la tristísima noticia de que Teo murió. Medularmente decente, un paradigma de caballerosidad en la radio, empresario exitoso, pionero de los “talk-shows” interactivos, excelente familiar y amigo… Le recuerdo desde los días en que inició su pasión por la radio en la vieja HIN, con programas de música inglesa y estadounidense, alrededor del inicio de los años 70, cuando éramos prácticamente niños.
Desde que nos conocimos tuvimos una afinidad que se hizo amistad con los años. Aun cuando pasáramos tiempo sin vernos, nos manteníamos al tanto el uno y del otro. Al publicar su monumental libro sobre el desarrollo de la radio me distinguió con el honor de presentarlo.
Él mismo hizo historia modernizando sus emisoras. Desde su hablar educado y pausado, su manera cordial de relacionarse con la gente, la forma inteligente de producir su matutino radial destinguiéndose de otros plebísimos, chantajistas y logreros, Teo labró un alto sitial propio, diferenciándose de la gleba radiofónica.
Me apena muchísimo perder este amigo tan valioso. ¡Qué silencio!