Adiós, mi querido viejo

Adiós, mi querido viejo

Adiós, mi querido viejo

Altagracia Suriel

Despedir a un ser querido que muere es difícil humanamente, más si es un padre extraordinario como lo fue Blas Suriel, una persona excepcional que en el anonimato dejó huellas profundas e imborrables.

Vivió la responsabilidad paterno filial de forma radical. Gracias al chiripeo, y priorizando la educación y la alimentación, sostuvo los siete hijos que engendró en un matrimonio ejemplar para Jarabacoa.

En medio de una pobreza proverbial, se consideraba rico en amor y en espíritu, hasta el punto de ser también padre de 10 hijos más que recibió de familias de zonas rurales que necesitaban de un hogar que los acogiera en la ciudad para continuar estudiando.

Nunca dijo que no a un necesitado, aunque eso significara sacrificio personal y familiar. Dios le devolvió el ciento por uno.

Premió su generosidad con la felicidad que da a los pobres de espíritu y a los humildes que construyen su Reino en la tierra.

Optó y trabajó por los más pobres, y, a ejemplo de la viuda, no sólo daba la limosna material, sino el pan espiritual a muchas personas que encontraron en él una mano amiga. Para indigentes, envejecientes, desamparados y hasta para las personas con problemas mentales, el sacristán Blas Suriel fue educador, consejero, consuelo, samaritano y guía.

Fue un hombre profundamente espiritual. Él nos enseñó a orar, a servir y a arrodillarnos solo ante Dios.

A vivir con dignidad y a comprender que lo único imprescindible es la fe. Si ponemos nuestras vidas en manos de Jesús todo obrará para bien.

Amó profundamente la vida, aunque soportó por doce años una complicada deficiencia renal. Su gozo en medio del dolor le permitió vivir el proceso diálisis como parte de su purificación espiritual y oportunidad de servicio.

Combatió el buen combate, concluyó su carrera y mantuvo la fe, como dice Pablo en 2 de Timoteo.

Nos deja huellas de misericordia, amor por la vida, perseverancia, caridad y fe. Pasó por este mundo haciendo el bien. Esa es la herencia millonaria que dejó a su familia y todos los que lo conocieron.



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