Adictos al gasto público

Adictos al gasto público

Adictos al gasto público

Frederich E Berges

“Ayúdate, que yo te ayudaré”’ es una frase incorrectamente atribuida a la biblia, pero por eso no pierde la importancia que le ha asignado la sabiduría popular en cuanto es necesario realizar esfuerzos propios, en todos los sentidos, para que existan las condiciones adecuadas de encontrar quien venga en nuestro auxilio.

La simple actitud contemplativa hacia nuestras necesidades y deseos, clamando el que nos auxilian, no es suficiente ni está acorde con las capacidades humanas.

Sin embargo, cada día vemos como la sociedad se va haciendo más y más adicta al gasto público como solución de sus males.

El gasto es la herramienta sacrosanta de los gobiernos para dispensar prebendas, favores y en muchos casos aliviar penurias, sin que ello resuelva problemas de fondo o estructurales.

El gasto público toma muchas facetas y colores, desde el empleo “botella”, algunas facetas de las ayudas sociales, publicidad, promoción, subsidios generalizados, hasta el dispendio y la corrupción que tanto le gusta acompañar la gestión administrativa.

Mientras en algunos países latinos como Colombia y México el empleo público como proporción del empleo total desciende gracias a decisiones de eficiencia y racionalidad, en los últimos años nuestro país registra uno de los niveles más altos de aumento de dicho índice.

En al ámbito global, el nuevo gobierno francés que preside Emmanuel Macron ha lanzado una ofensiva para desintoxicar ese país del dispendio público, estableciendo como meta recortar los gastos públicos en tres puntos porcentuales del PIB, reajustando salarios y compensaciones de funcionarios, así como la cantidad de los mismos, sean estos favores políticos, partidarios o duplicidades e ineficiencias.

Los recortes incluyen los gastos en publicidad de las instituciones públicas, y otras tantas medidas, asegurando que no habrá recortes en los programas sociales, sino mayor eficiencia y eficacia en los mismos.
Ejemplos a imitar para romper nuestra propia adición al gasto público.



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