La utilidad de una alfombra, fuera de las narraciones fantásticas y exquisitas del mundo árabe, donde se usaban para volar, es decorar, ambientar un piso, bajo nuestros pies. Están para pisarse. Hay personas que se pierden en el camino y no se levantan del piso y asimismo son pisoteadas, maltratadas por cuanto se crucen en su camino.
Probablemente todo comenzó desde la infancia donde el desayuno, almuerzo y cena estuvieron compuestos por “no sirves para nada”, “nunca llegarás”, “no sé por qué te parí”, “deberías morirte”.
Ese alimento se convierte en la normalidad y esas heridas al no ser curadas y llegar a una adultez, se convierten en comida que envenena poco a poco a las personas, creyendo y sosteniendo un guión que piensan es amor y cuando es algo diferente son migajas de interés, de utilizarle o aprovecharse de ella sin darse cuenta, porque es la única manera que ve en que le presten atención.
Y así es como se dura tiempo en un círculo vicioso porque una vez se dan cuenta, muchas no saben vivir de otra manera, no sabiendo reconocer los verdaderos vínculos que nos hacen ser personas integrales en cada área vida.
Recuerda que no estás para que caminen sobre ti y sacudan el polvo, si no para alzar el más alto vuelo hacia tu misión de vida.