Si se quiere sobrevivir hay que adaptarse a los cambios. Esto se dice, más, hay que profundizar un poco, porque si se adapta a los cambios, se aguanta un tiempo y luego todo se derrumba. Hay que prepararse, ya que el cambio tiene que salir desde dentro y es necesario sentirse dentro del cambio para poder fluir con el.

Para estar dentro del cambio hay que fijarse siempre nuevos retos, reinventarse continuamente, dejar de sentirse cómodo, emprender nuevas experiencias, seguir adelante hacia otro propósito cuando se alcance uno. Jamás acomodarse, ya que esto es el primer paso hacia la decadencia.

Cuando las cosas cambian se deben afrontar con actitud positiva, aventurarse al riesgo sin miedo, mirándolo como oportunidades de iniciativas nuevas y con ilusión.
Aventurarse al riesgo sin miedo significa, trabajar incansables, atreverse y avanzar con responsabilidad.

Los cambios implican riesgos, por tanto, pensar en que el peor riesgo es no tomar ningún riesgo, es de personas inteligentes y que buscan oportunidad para crecer. Tener presente que hay que aprender a convivir con los riesgos y saber descubrir ventajas en ellos.

La misma vida es un riesgo ya que todo cambia en segundos, minutos, horas, días y no tenemos control de ello.

Asumir cada etapa de la vida y encarar situaciones todo el tiempo, nos prepara para adaptarnos a los cambios y manejarlos con conocimiento y valentía. Mientras más hurguemos en nuestro interior y nos conozcamos, más preparados estaremos no sólo para adaptarnos sino para asumir positiva y activamente los cambios.