Hay una irritante costumbre de algunos funcionarios, que ante cualquier acierto propio incurren en la pésima idiotez de decir que se trata del comienzo de algo nuevo, como si ningún gobierno anterior hubiera puesto en práctica lo mismo o si no existieran progresos al respecto.
El deslucido hábito hasta tiene un nombre, adanismo, pues actúan como primeros hombres reinventando la rueda o descubriendo el fuego.
Por ejemplo, tras un exitoso decomiso de alcohol adulterado o no apto para consumo humano, producido clandestinamente, un ministro “enfatizó que por primera vez este flagelo ha sido enfrentado con voluntad política y se ha creado la mayor estructura de lucha para combatir el comercio ilícito”.
En casi medio siglo como periodista, estos operativos me lucen tan reiterativos como la supuesta crisis anual por las teleras navideñas. He visto también, desde hace más de tres años, grandes decomisos de cigarrillos de contrabando. El adanismo y eso de calificar como “histórica” cualquier ordinariez, no creo que ayudan para nada al gobierno ni a quienes disfrutan sus cargos con gozo elemental, preparándose para ir por más…