En la antigüedad los acuerdos de palabra tenían mayor validez incluso que un acuerdo escrito. Hoy en día, los acuerdos si no son refrendados en un escrito no poseen la validez de antaño.
Y es que la palabra era considerada un símil de la honradez y veracidad de los actos de un ciudadano.
Lo que era esta persona se ponía en juego ahí. Otras culturas aún lo refrendan como cuando declaran bajo juramento, pero en general hoy son más valorados los actos.
Pienso que cuando no puedes sostener una palabra, lo mejor es no darla, la palabra vilipendiada deja un mal gusto cuando colocas tu confianza en un ser humano.
No es posible ser coherente y cuesta mucho recuperar la credibilidad luego de la palabra perdida.