Como inexplicable puede asumirse que la seguridad asignada al presidente Danilo Medina retuviera por espacio de 20 minutos a reporteros que cubrían una actividad en la provincia San Cristóbal (esto ocurrió el pasado jueves en la entrega del Centro de Investigación, Desarrollo e Innovación Loyola).
Y yo me pregunto, ¿qué peligro representa para la integridad del Mandatario un periodista con un micrófono en manos y un reportero gráfico con cámara? Además, ese personal de la radio, televisión o prensa escrita es depurado con nombres y apellidos por el Departamento Nacional de Investigaciones (DNI) y otros organismos de seguridad del Estado.
En mis años de ejercicio me he cuestionado, ¿por qué tanto recelo con los periodistas y los camarógrafos? Muchos de esos reporteros asignados al Palacio Nacional hasta son conocidos por los miembros de la seguridad presidencial.
No se justifica que miembros de la prensa sean confinados en corrales para evitar que tengan alguna proximidad con el Jefe del Estado, ya que ha sido una práctica incubada desde diferentes gestiones.
Las cabezas pensantes del Palacio Nacional deben comprender que el presidente Medina, como máxima autoridad de la nación, es la principal fuente noticiosa y la población está en expectativa sobre su visión sobre el país.
Los periodistas, de nuestra parte, estamos obligados en procurar que, en esa calidad que le confiere la Constitución, el Presidente de la República pueda tener la oportunidad del acceso de los medios de comunicación para tener un acercamiento más expedito con la ciudadanía.
Se ha convertido en una insana práctica que los periodistas y los reporteros gráficos no tengan preeminencia en la cobertura en las diferentes actividades del Palacio Nacional.
Inclusive es un asunto del pasado que la Dirección de Comunicación emita una difusión oficial sobre los hechos noticiosos.
Ahora los medios deben estar atentos a las redes sociales de la Presidencia o al wasap del incumbente de turno para manejar los datos de cualquier hecho o acto oficial que encabece el presidente Medina.
Los periodistas no tienen la oportunidad, mucho menos, de recabar las reacciones de los pocos funcionarios que tienen oficinas en el Palacio Nacional.
Hay que celebrar cuando los periodistas pueden entrevistar a esos ejecutivos pagados por la población en uno de los pasillos, con la amenaza de que se nieguen a ofrecer su opinión sobre los hechos que se registran en el país.
¿Y para qué tener esos periodistas y camarógrafos en la fuente de Palacio, cuando no merecen la distinción de representantes de los medios de comunicación? Los medios de comunicación deben reenfocar la relación informativa que se ha establecido con la fuente del Palacio Nacional.
Las actividades del Presidente no pueden ser desdeñadas y merecen ser difundidas en la magnitud de su investidura, pero no de la manera antojadiza como ocurre actualmente, de acuerdo a una visión mediática que impera en perjuicio de una sana libertad de expresión.