El 17 de febrero de 1973 los dominicanos vieron en primera plana la foto del cadáver de Francisco Alberto Caamaño Deñó, anunciando su muerte del día anterior.
En el mundo circuló la noticia de que el líder de la Revolución Constitucionalista de 1965, expresidente de la República Dominicana, y una de las principales figuras antiimperialistas de América Latina había muerto.
Sin embargo, no fue sino hasta hace unos días, a menos de 4 meses para cumplirse medio siglo de su muerte, cuando se emite su acta de defunción.
Su fallecimiento nunca había sido registrado de manera oficial…, ¿tanto habían querido ocultar ese episodio de la historia?
Si el Estado Dominicano no fue capaz de oficializar algo tan evidente, que será de muchas otras verdades menos ‘evidentes’. Lo que refuerza la necesidad de un tribunal de la verdad, que oficialice muchos hechos que aún siguen bajo el velo del misterio.
Las Fuerzas Armadas habían sostenido la versión de que Caamaño murió en combate, a pesar de los testimonios que afirmaban que fue capturado vivo. Este documento al establecer el tipo de muerte dice: “HOMICIDIO”.
La cual es una figura tipificada en el código penal como un crimen, y en este caso, un crimen de Estado.
Quiero destacar la valentía y la responsabilidad de la Junta Central Electoral. De manera muy especial en la persona de la miembro titular Dolores Fernández, por su empeño y dedicación en este caso.
Caamaño por fin tiene su acta de defunción, pero aún vive en los dominicanos buenos y nobles, en los que luchan por una República Dominicana más justa y soberana.