En 33 años que tiene de fundada la Asociación de Cronistas de Arte (Acroarte) ha pasado por etapas difíciles, siendo la más reciente en 2013, cuando al premio se le cambió el nombre de Casandra a Soberano.
De cada crisis hemos salido fortalecidos, porque somos un gremio sólido y con un premio que poco a poco se ha ido internacionalizando.
Como miembro de Acroarte y expresidente de esta institución entiendo que fallamos en algunas categorías y es el momento de identificar esas debilidades y corregirlas.
Solo admitiendo nuestros errores podemos corregirlos y eso es lo que nos toca a cada uno de los que queremos nuestra institución.
Muchos premios cayeron en las manos de quienes los merecen, que fueron la mayoría, pero de ellos hoy no se habla. De las 45 categorías hay unas seis o siete que han sido muy cuestionadas y de estas es que el público hoy está hablando, por tratarse de las más esperadas del premio.
Aunque fueron menos las cuestionadas debemos autoanalizarnos, cambiar nuestra metodología de nominar y elegir. Ser más vigilantes y, sobre todo, trabajar día a día con los artistas, para saber lo que están haciendo y que lo que se nos escape sea mínimo.
El Soberano se debe al pueblo y por tanto los nominados y ganadores deben coincidir con la percepción de este.
En estos días ha habido una avalancha de críticas contra Acroarte y algunos de los ganadores y en lugar de nosotros enojarnos o ponernos a la defensiva, debemos tomarlo como un termómetro para mejorar.
Es cierto que nos sentimos mal y eso es normal, pero si no se nos critica lo malo, si siempre se nos aplaude, aunque fallemos, no podremos identificar en dónde fracasamos. Vamos a seguir adelante respaldando nuestro premio y la institución, que va rumbo a sus 34 años.