Aclaren eso, señores

Aclaren eso, señores

Aclaren eso, señores

Rafael Chaljub Mejìa

Es indispensable que los señores responsables del Hospital Materno Infantil de Santiago aclaren cuál fue su actitud, el trato y las circunstancias que rodearon la muerte del cantante Juan Cruz, ocurrida el 18 de agosto pasado.

Circula la versión de que Juan Cruz fue llevado grave a ese centro médico, que allí se le exigió para ingresarlo la suma de 150 mil pesos que el paciente no tenía encima, aunque tenía su seguro al día, porque su patrón, el Prodigio paga religiosamente las pólizas de los empleados de su agrupación musical; que pasaron horas largas y angustiosas en esa situación, mientras el enfermo se agravaba y la muerte se le venía encima.

Se dice que, ante la negativa rotunda de la clínica, los dolientes de Juan Cruz decidieron llevarlo a otro centro y en el camino terminó de morirse.

Esto ha consternado al mundo típico, a los seguidores, amigos y parientes del artista. Me dicen que ya el caso está en manos de la institución encargada de la defensa de los afiliados al Seguro Social, y que está en contacto con los familiares de Cruz.

El escándalo ya llegó al Congreso Nacional porque el diputado por Santiago, Félix Michell, lo denunció formalmente ante la sala. Sumo mi voz de dolor ante la muerte de un amigo de más de veinte años. Juan Cruz, el Ruiseñor del Norte le bauticé y así lo califico cada vez que presento en mi programa radial algún merengue cantado por él.

El viejo Puro tuvo el gesto de amistad de componerme un formidable merengue y quien me lo canta es Juan Cruz.

Su muerte me ha sorprendido porque se trataba de un hombre relativamente joven, de apariencia física saludable y me ha causado un gran dolor, porque se me fue otro amigo y por el golpe que esa muerte significa para el merengue típico.

Mientras tanto, el nombre y la reputación del Materno Infantil y de sus dirigentes, están quedando demasiado mal parados y son ellos quienes debieran aclarar las cosas.

Para que limpien su nombre si es posible y para que cada quien sepa en cuáles manos pone su vida y su salud.

Y para averiguar si en este caso se demuestra otra vez que aquí hay médicos para los cuales la vida humana que ellos juraron solemnemente proteger, vale mucho menos que el dinero.