La cumbre entre los presidentes de República Dominicana, Panamá y de Costa Rica sobre la situación de Haití viene a ser un loable esfuerzo para despertar la conciencia de la comunidad internacional sobre el clima de inseguridad y de inviabilidad que se vive en esa nación.
Las preocupaciones de los presidentes Luis Abinader, Laurentino Cortizo Cohen y de Carlos Alvarado es un gesto de buena voluntad que debe ser bien apreciado por los haitianos, ya que el enfoque va dirigido precisamente para que la comunidad internacional abandone su indiferencia y opte con urgencia por colocar a Haití en la agenda de prioridades.
Después del pronunciamiento de Luis Abinader ante la Asamblea de las Naciones Unidas el pasado 22 de septiembre se cosecha ahora la reunión con sus homólogos en el Palacio Presidencial de Panamá con el planteamiento de cuatro acciones frente a Haití:
a) Desarme y pacificación de la población y el fortalecimiento de la seguridad, como preámbulo para la celebración de elecciones libres y transparentes, en pro del bienestar de su pueblo.
b) Un plan integral para el desarrollo y construcción de infraestructura pública que genere empleo masivo y mejore la calidad de vida de la población haitiana.
c) Financiamiento de un programa comunitario para recuperar las cuencas, reforestar y restaurar los ecosistemas, entre otros. Este programa contribuirá a la creación de empleos.
d) Instamos asimismo, a la comunidad intencional a presentar, con el apoyo de organismos internacionales, tales como la CEPAL y el PNUD, un plan de desarrollo integral sostenible para Haití.
Persistente preocupación
Loable gesto a favor de que Haití se encauce por el bienestar y el desarrollo sostenible, con planes concretos, pero es válida la siguiente interrogante: ¿a partir de su declaración conjunta qué viene ahora?
Una recomendación que no sale de contexto sería que estos mandatarios encaminan gestiones para cumbres bilaterales con líderes mundiales para exponer de manera cruda la realidad y el peligro que representa el deterioro tan progresivo de la calidad de vida de los haitianos y la situación de inestabilidad política y económica tan explosiva en que está expuesta esa nación.
No estaría nada mal llegar hasta los presidentes de Estados Unidos, Joe Bien; de Francia, Emmanuel Macron; de Rusia, Vladimir Putin, y de China, Xi Jinping, así como otras figuras internacionales que pudieran sensibilizarse ante la preocupación expresada por República Dominicana, Costa Rica y Panamá.
Mayor conciencia
Es hora de que la comunidad internacional conforme un núcleo de voluntades y de planes realistas para que Haití deje de ser una amenaza permanente caracterizada por el caos y la inestabilidad política, con el fomento del descalabro de su institucionalidad y del surgimiento peligroso de bandas criminales que solo se preocupan por diseminar el terror y la intranquilidad.
Esta empobrecida nación no merece continuar una trayectoria histórica sumida en el caos y al margen de los cánones democráticos, bajo la influencia de sectores fácticos que no les interesa su desarrollo sostenible y ni el bienestar colectivo.
La preocupación de los presidentes Cortizo, Abinader y Alvarado urge por reacciones de otros países de la región, máxime que existe el problema de las inmigraciones de haitianos por otras naciones de la región con la perspectiva de llegar a Estados Unidos.
Es decir, que estos mandatarios deben sumar más voluntades de sus homólogos de la región y que sus voluntades comiencen a dar frutos favorables para un bienestar colectivo en Haití.