Abuela con prótesis dedicada a cuidar nietos autistas con precariedades
Santo Domingo.-Ni siquiera el dolor que siente Azalia Santana al colocarse una prótesis gastada en su pierna derecha se compara con la angustia y desespero que vive esta mujer de de 53 años, al cuidar a sus nietos con autismo que fueron abandonados por sus padres.
Los mellizos Enmanuel y Ashly Aquino, de 12 años, padecen de autismo severo en más de un 48.7 %, así como discapacidad auditiva y del habla (sordomudos), entre otros problemas de salud.
“Esto no es fácil, yo me estoy volviendo loca, porque si Enmanuel estuviera como Ashley no habría problemas”, expresa Santana que acogió en su regazo a dos criaturas que nacieron prematuras.
“Su mamá y su papá soy yo, cuando sus padres se separaron mi hija se los dejó al papá como vi el trato cuando tenían tres meses yo fui los busque y me quedé con ellos, pero no sabían de la enfermedad y cuando ellos se enteraron no hicieron nada”, enfatizó.
La cruz de Enmanuel y Ashley
Con 12 años un niño debe estudiar, correr, jugar y socializar con otros niños, sin embargo no es el caso de los mellizos con autismo.
Éstos viven junto a su abuela en una pequeña vivienda, ubicada en el Toro de Guerra y que en abril de este año se inundó tras las lluvias provocadas por el huracán Matthew.
Mientras Azalia narra con presteza su diario vivir, Enmanuel con intranquilidad mueve sus manos y pies reflejando deseos de huir de la silla, donde lleva más de nueve meses postrado y hay que prestarle atención especial para que no se golpee ni lastime a los demás.
La abuela relata que los niños duermen dos o tres horas al día y en la noche tiene que ingeniársela para que pueda dormir ya que se pasa la noche moviéndose “eso es increíble”, dijo en tono bajo y entristecida.

Foto: Elieser Tapia.
Explica que Enmanuel empezó a autolesionarse tras padecer cálculos en la vesícula, quebranto por el que fue operado y posteriormente dejó de caminar.
“Su neuróloga dice que todos esos traumas que tiene son de nacimiento y que no hay nada que hacer, él se levanta muy temprano y llora mucho ¡Mi pobre muchachito!, ¿Dios mío por qué se me ha puesto así?”, manifestó con desesperanza.
En cambio, Ashley a la distancia parece una niña normal e incluso muestra una ligera sonrisa y paz al sentir otras personas en su entorno.
No obstante, la tranquilidad que irradia puede ser interrumpida en cualquier momento por un ataque epiléptico si no consume los medicamentos para evitar las convulsiones.
“Ella es tranquila le gusta comer y para que esté bien hay que darle sus medicamentos para la epilepsia a diario dos veces al día”, asegura mientras veía las facturas de las medicinas sobre la mesa.

Foto: Elieser Tapia.
Necesitan ayuda
“Yo no aguanto el dolor en la pierna, es con algodón que la tengo para poder aguantarla”, es el lamento de la Azalia, quien necesita una goma nueva para su prótesis porque la que tiene está pequeña y le ha provocado laceraciones.
