El cambio en los seres humanos no solo se perfila en la realidad material sino que exige un cambio de conciencia.
Existen situaciones económicas, sociales, de relaciones que se arrastran como un lastre. Lo cual conlleva a la queja, a la vivencia en un círculo vicioso insoportable, y se da la oportunidad de transformar, de mejorar la calidad de vida, pero simplemente, no recibimos.
El miedo a saltar sin paracaídas aparece. Y así nos quedamos en relaciones mustias, espacios físicos drenantes, que nos quitan la paz, ambientes de trabajos tóxicos y aún teniendo los recursos, viviendo una calidad de vida limitada.
Puede ser que esa falta de merecimientos que nos inventamos porque todos somos merecedores y esto no es más que un ego disfrazado, nos hace sentir culpables por recibir lo bueno.
Por eso no siempre estamos preparados para recibir. Para recibir se requiere despertar la consciencia. Salir de la anestesia de lo conocido.