Parecería que muchos se circunscriben a esa frase cuando ven las alianzas que se han formado ya en la recta final de esta época electoral. Es una visión simplista que se limita a la conveniencia del momento y no profundiza en los elementos comunes que pueden hacer coincidir a los líderes políticos.
Mas allá de cualquier diferendo que históricamente haya existido entre el líder de Alianza País y el líder del Partido Revolucionario Moderno, ambos son reconocidos por una amplia mayoría como políticos de transparente accionar.
Así pues, que en su momento Guillermo Moreno haya expresado que hay necesidad de investigar algo, no es una acusación sino un ejercicio legítimo de su condición oposicionista, que en el amplio juego del debate político no inhabilita el concepto de honestidad con que se ha manejado la presente gestión de gobierno.
Más aún, al ser nominado actualmente como candidato a senador por el Partido Revolucionario Moderno, se pone a su alcance como legislador la posibilidad de fiscalizar el accionar de todos los miembros del Gobierno de quienes él pudo en algún momento tener reserva.
¿Qué más prueba del correcto proceder en la administración de lo público, que ponerle en bandeja de plata a quien fue tu crítico, el vigilarte?
Si existiera alguna duda de que esa es la intención, reproduzco las palabras del presidente Abinader:
“Me han dicho que Guillermo Moreno sería un senador muy independiente, pero querido Guillermo, eso es exactamente lo que yo quiero… ¡No quiero que defienda lo indefendible, quiero un senador a favor del país y del interés nacional”.
No todas las alianzas tienen que ser macos con cacatas, ni están precedidas de persecuciones con narcos importados, disputas por algoritmos, ni fama de ser corruptos hasta el tuétano, ejercicio fútil para sobrevivir en una sociedad que se resiste a volver al pasado. Así lo demuestran las encuestas.
Luis no es socio de Guillermo en malas artes, ni se tiene que cuidar de él.
La gente lo sabe.