He estado escuchando críticas negativas por la forma como se expresan algunos candidatos a la Presidencia de la República.
Dicen que no tienen dicción, que no saben conceptualizar, que no saben organizar las ideas de manera elegante.
Me complace la noticia. La experiencia que tenemos con líderes que “saben conceptualizar” ha sido traumática. Hablan bonito, rebuscan términos literarios, citan reconocidas personalidades del mundo, pero lo que realmente persiguen es impresionar, anestesiar al “mal comío”, para conseguir los votos y jamás volver por esos predios hasta otras elecciones.
Basados en que “el mal comío no piensa”, le hacen promesas que no cumplen; algunos han llegado a la presidencia del país y los mantienen en la pobreza, para asegurar su voto, en la próxima campaña.
Mi olfato de campesina no falla, los huelo de lejos. Prefiero los que hablan directo, con sus hechos, mostrando lo que son y lo que tienen, sin temor. No me deslumbra la envoltura literaria de nadie ni me detengo en ella; busco la esencia, el alma de las cosas.
Mis padres, campesinos, no tenían esa dicción ni ese vocabulario de los famosos intelectuales, pero en la práctica, no con teorías, dieron cátedras, de cómo ser personas de bien, exitosas, útiles a la sociedad; de cómo cuidar la familia y progresar en buena lid; demostraron que la persona vale por sus hechos, no por lo que dice ni como lo dice.
Debemos analizar cuidadosamente, cada candidato.
Gonzalo Castillo, del PLD, le ganó a Leonel Fernández, quien sabe conceptualizar. ¡Fue un fraude! dijo, pues conceptualizando ha sido tres veces presidente de la República y estableció Funglode. El pueblo está pensando, ¿le habrán dado comida?
Por ese hecho, que afecta su persona, abandonó el PLD, tras cuarenta años militando en el mismo.
Allá tiró la máscara; desnudó sus sentimientos: le interesa el poder, ser presidente, estar cerca de los poderosos, dirigiéndolo todo; si el partido del gobierno no le obedece, buscará ser el jefe de la oposición. ¿Ha mencionado su amor a los pobres? En el PRM, Luis Abinader, venció a HipólitoMejía, quien aceptó su derrota; es práctico, realista. Nunca le ha importado que su lenguaje sea llano, coloquial, que no sea de intelectuales.