Al leer en días pasados el tuit de la Primera Dama dominicana que indicaba “en la próxima reapertura no me quedo, a mi hay que bailarme así de bueno”, mi primer pensamiento fue “yo también quiero bailar con el Presidente Luis Abinader”.
Raquel Arbaje se refería a que durante la reapertura la semana pasada del hotel Bahía Príncipe de Bávaro su marido bailó con dos mujeres y el vídeo además se subió a la cuenta oficial de Twitter del Mandatario (https://twitter.com/luisabinader/status/1324479701113573383/video/1).
He tenido la oportunidad de vivir en República Dominicana y entiendo muy bien esa alegría que los caracteriza, que es parte de los rasgos de la dominicanidad (https://eldia.com.do/fausto-herrera-catalino-representa-al-pueblo-al-que-abinader-no-puede-dar-la-espalda/); además de la importancia de promocionar turísticamente a la República Dominicana a nivel internacional.
Sin embargo, después de la alegría inicial que me provocó la escena del baile del Presidente hice un análisis con mayor detenimiento; y detecte una vez más las fallas que desde el inicio de su mandato se registran en el manejo de su comunicación política.
Los encargados de la comunicación de Abinader olvidan que no solamente se dirige a sus gobernados, sino que actualmente toda información trasciende de manera inmediata, y contribuye o perjudica a forjar la imagen de un líder.
Al ser consultado al respecto, el autor de los libros Manual del candidato electoral y Persuasión y Neurociencias, el español Xosé Rúas Araújo, señaló que “el político debe estar en sintonía con los acontecimientos, sentimientos y realidad del impacto de la pandemia sobre la ciudadanía y, en definitiva, generar cierta empatía con sus anhelos, esperanzas y frustraciones, tristezas y alegrías”.
Agregó que “el político debe bailar al ritmo de los acontecimientos, pero sin desafinar con una mala nota. Una cosa es estar confinados o bajo un estado de alarma o toque de queda por el virus, dándonos ánimos, entonando una canción de Juan Luis Guerra o cantando desde los balcones y ventanas, como ocurrió en España, y otra bailar en una fiesta inaugural de un hotel, ignorando que el mundo no está para juerga”.
Espero que los asesores en comunicación política del Presidente recuerden que todo comunica y la imagen de Abinader bailando no fue precisamente la de un Presidente preocupado por los estragos del COVID-19.
En el mundo ya tenemos a Jair Bolsonaro (Brasil), Andrés Manuel López Obrador (México) y Donald Trump (EU) desdeñando a el mortal virus; ojalá y Luis Abinader no se sume a esa lista.