Jesús Díaz
El candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), Abel Martínez Durán, parece que recorre un camino escarpado y oscuro, donde las acciones y estrategias implementadas en torno a su candidatura no dan pie con bola en un escenario político como el nuestro tan variopinto y complejo.
Hace unas cuantas semanas a su alrededor han ocurrido algunos hechos que ponen en jaque hasta su propia candidatura, pues Francisco Javier García renunció como jefe de campaña, a lo que Charlie Mariotti, dijo: ‘’hay muchas personas que simpatizan por el PLD, pero no por Abel’’ y Danilo Medina presidente del PLD se destapó diciendo que un 35% de militantes de ese partido votarán por Leonel.
Y para ponerle la tapa al pomo, el propio Martínez Durán descartó de manera categórica cualquier alianza con la Fuerza del Pueblo (FP) para las elecciones congresuales programadas para febrero del año 2024 y además, decidió ser su propio director de campaña.
En tanto, Jorge Lendeborg, asesor de campaña de Martínez, renunció al cargo, alegando: «El método de trabajo no va conmigo, debido a que un proyecto se hace bastante difícil con un candidato que quiere ser su propio jefe de campaña, de estrategias y con diferentes planes a la misma vez, por lo que entiendo lo correcto es trabajar con efectividad y bajo una sola línea, es decir, debe existir un solo plan y trabajar todos en la misma dirección. Es por ello que no estoy dispuesto a perder mi tiempo».
Abel Martínez cuenta con recursos económicos e imagen, además ha ocupado puestos públicos, pero en las mentes de los electores esto no basta, porque le faltan aspectos propios que forman parte de cualquier candidato.
Mientras continúan las renuncias en su partido, en su entorno político y estratégico la campaña sigue su agitado curso sin que en el camino de Abel afloren aspectos positivos que lo coloquen en ascenso en su tortuoso recorrido.
