Ha pasado un año, y parece que fue ayer, cuando dejamos de contar con tu sonrisa y tus sabios consejos. Nos has hecho mucha falta, pero tu, con tu ejemplo, nos enseñaste a ser fuertes y afrontar las situaciones que nos trae la vida.
Hablábamos todos los días, donde quiera que estuvieras me llamabas o escribías para darme los buenos días y las buenas noches. “Mi hijo, me voy a dormir, Dios te bendiga”.
Recuerdo la valentía con la que afrontaste tu enfermedad, la misma con la que afrontaste cada adversidad en tu vida. Recuerdo el optimismo que mantenías hasta en los momentos más difíciles, tu sonrisa, aún en momentos de mucho dolor, tu sentido del humor, tus ganas de vivir.
Tu vida fue un testimonio de amor y de entrega. Nos enseñaste los valores esenciales para la vida, más que con palabras, con tus acciones.
Sé que estás en el lugar reservado para los buenos seres humanos después de su paso por la tierra. Te ganaste el paraíso, de eso no tengo dudas.
Hoy, jueves 27 de octubre, tendremos dos misas en honor a mi madre, una en la Parroquia Santa María de la Anunciación, en la Universidad Católica Santo Domingo; otra en la Parroquia Nuestra Señora de la Anunciación, en Los Frailes III, Santo Domingo Este. Ambas a las 6:00 p. m. Quienes deseen acompañarnos, será de mucha alegría.