Así luce lo que antes parecía una zona de guerra, donde funcionaba la agroveterinaria y la Tienda Toledo. Elieser tapia
Santo Domingo.-A casi tres meses de la explosión en una zona comercial de San Cristóbal, las personas del entorno buscan empezar de cero, con un amargo recuerdo que lacera el corazón de esa población.
Y es que a pesar del tiempo transcurrido, la gente trata de evitar cruzar por esta calle, donde ahora sólo están los terrenos deshabitados, aunque todavía se puede ver algunos vidrios en el suelo.
Asimismo, aquellos que se ven en la obligación de pasar por allí prefieren no mirar a ese lado y voltear la cara porque les viene a la memoria la tragedia de aquel 14 de agosto, en la cual murieron más de 38 personas.
Al visitar el lugar, se realizaban trabajos de reparación de una pared de la ferretería cercana a la tienda Toledo y la Agroveterinaria La Esperanza, las cuales fueron demolidas tras la explosión junto con otras viviendas.
Una de esas viviendas era la de Martina Mateo, quien contó a EL DÍA que hace aproximadamente un mes que tomaron las medidas e hicieron el plano de su casa, pero aún no sabe cuándo el Ministerio de la Vivienda iniciará la construcción, mientras tanto está pagando renta en otro sitio donde vive con sus dos hijos.
Explicó que ha recibido ayuda con bonos de emergencia por estar entre las personas de pérdida total, además otras entidades impulsan su local de venta de juguetes para que vuelva a levantar el negocio.
Mirando el espacio donde antes estaba su casa expresó que trata de ser fuerte, pero algunas noches la invade la tristeza, ya que tenía poco tiempo de que había terminado de pagar su casa con muchos años de trabajo y se quedó sin nada de repente.
“Confío en que pronto me harán mi casita, aunque los amigos me dicen que si me atrevo a volver luego de saber que tantas personas perdieron la vida ahí, pero imagínate es lo único que tengo, pero nada será igual… el dolor que dejó esto en nosotros es difícil de superar”, manifestó.
Saira Bernal dijo que los daños que hubo en su casa fueron resueltos gracias a que su sobrina es colaboradora en el SeNaSa y ellos ayudaron a la reparación de su hogar. Pero nada ha sido como antes, ya ella y su madre no se sientan fuera de la casa para tratar de olvidar el fatídico día.
En los establecimientos y casas que sufrieron daños con los cristales rotos por la explosión, se les colocaron las puertas y ventanas, algunas a través de la Cámara de Comercio.
Incertidumbre
—Menos clientes
Margarita Aquino, propietaria de un salón, contó que le pusieron las ventanas de su local, pero que tuvo que pintar la infraestructura para que se disipara el olor a humo. Hasta ahora solo 25 % de sus clientes la visitan.