¡A respetar ganadores de los 264 puestos electivos!

¡A respetar ganadores de los 264 puestos electivos!

¡A respetar ganadores de los 264 puestos electivos!

Periodista Luis García

El pueblo dominicano acudió este domingo a ejercer ordenadamente su derecho al sufragio en las elecciones extraordinarias presidenciales y  congresuales convocadas por la Junta Central Electoral (JCE), aun en medio de la crisis sanitaria generada por la pandemia del coronavirus Covid 19 que ha transformado el mundo.

El hecho de haber llegado a este punto, ha significado vencer una serie obstáculos y superar momentos de incertidumbre política y social; pero, afortunadamente, los comicios se llevaron a cabo en medio de un panorama verdaderamente complicado. Esto, en el ámbito institucional y democrático, representa mucho para la República Dominicana.

Sin embargo, todavía no se puede cantar victoria. Y esto así, porque en el teatro de la política dominicana se vive una lucha descarnada por el poder, que da la sensación que lo que cuenta es únicamente cuál colectivo contralará el Estado más allá del 16 de agosto del año 2020. No importa nada, se abren profundas heridas, se ha perdido el respeto y los insultos y acusaciones forman parte de la cotidianidad.

Una mirada a redes sociales y a innumerables espacios en medios de comunicación electrónicos, permitirá ver a personajes que exteriorizan sus sentimientos de maldad, envidia, odio, rencor y mezquindad contra cualquier persona que no coincida con sus ideas. Nicolás de Maquiavelo, una figura relevante del siglo XVI, calibró bien hasta dónde puede llegar el ser humano en sus afanes de alcanzar, mantener o evitar la pérdida del poder. En ese contexto, el autor de la obra clásica “El Príncipe”, describió al hombre como un ser “naturalmente malo, a menos que se le precise a ser bueno”.

La debilidad de las instituciones democráticas y el predominio de diversas formas de violencia y de negocios ilícitos en la mayoría de países, son condiciones que derivan en la polarización de las sociedades y en luchas mediáticas.

En el caso dominicano, la política y los políticos tienen aún que aportar mucho a la construcción de una sociedad más democrática, en la que existan reglas claras de aceptación de todos los actores; direcciones políticas que comprendan que a los procesos electorales se acude a perder o a ganar, evitando los odios y mal querencias.

Hay que dar valor a la existencia de un sistema multipartidista de gran incidencia en vida democrática, pero que debe abrirse a la renovación del liderato político. También se deben crear las condiciones para frenar las limitaciones al desarrollo de los partidos minoritarios en sus esfuerzos por alcanzar posiciones de poder a través de los procesos electorales.

Estamos a tiempo de hacer de la actividad política un goce democrático, porque más allá del conteo de los sufragios, el país seguirá existiendo para beneficio de las futuras generaciones. Hasta el surgimiento del Covid 19, la República Dominicana era un ejemplo de crecimiento económico en América Latina, algo a lo que estamos compelidos a retomar una vez regrese la normalidad.

Ahora corresponde a la JCE contar bien cada uno de los votos depositados en las urnas, y a las agrupaciones y los  movimientos políticos reconocidos que luchan por el control del poder, reconocer a los ganador de los 264 puestos electivos que estuvieron en juego en las elecciones. El hecho de sumar una crisis política y electoral a la sanitaria, traería efectos devastadores a la ya precaria economía nacional.

Ahora, es el momento de pensar solo en el bienestar del país.