- Publicidad -

- Publicidad -

A propósito del discurso de odio

Altagracia Suriel
Altagracia Suriel

Cada día vemos como crece el odio expresado en las redes sociales ante personas o instituciones por opiniones o supuestos hechos que generan hasta amenazas.

Pareciera que la intolerancia tiene espadachines que en nombre de «su verdad» someten al otro a linchamiento digital o a muerte moral olvidando que errar es de humanos y nadie está exento de cometer una “equivocación” alguna vez en su existencia.

- Publicidad -

Es como si los usuarios de las redes fueran ahora los Torquemadas que combaten las herejías de hoy convertidas en expresiones que reflejan concepciones divergentes de la vida, la política y del entorno.

Se está haciendo difícil tolerar los puntos de vista ajenos si son diferentes y mucho menos los desaciertos. Siempre aparecen los verdugos que quieren crucificar al otro por lo que sea, hasta por nimiedades que no debieran tener tanta trascendencia cuando hay problemas mayores a los que prestarle atención.

Cualquier error humano se convierte en tendencia, en blanco de críticas despiadadas y en causa política para desmeritar y rebajar al adversario.

Los haters de las redes sociales y sus usuarios están desnaturalizando estos medios volviéndolos espacios tóxicos y destructivos. La indignación colectiva por cualquier quítame esta paja está revistiendo el ropaje del desprecio y la insensibilidad que cada vez ganan más terreno en el mundo virtual pero que se traduce en humillación, deshonor y deshonra en la vida real.

El narcisismo, la inseguridad, la defensa exagerada de parcelas ideológicas y políticas, y el afán de sobresalir en el ciberespacio normalizan el odiar y acosar y asocian las redes a un campo de batalla donde se mata moralmente al otro por sus ideas y se conciben las propias como verdades absolutas que hay que defender como una cruzada.

El diálogo, la sana confrontación de ideas, el respeto a la diferencia y la innegociable tolerancia son esenciales para la democracia y la convivencia pacífica. Cultivar esos valores es responsabilidad de todos nosotros, en todos los ámbitos.

Etiquetas

Artículos Relacionados

- Publicidad -

Más leídas

- Publicidad -