Comencé a hacer este escrito, sin darme cuenta sobrepasé la cantidad de palabras que tengo disponibles, y aún me faltaban muchas cosas por decir. Por eso lo dividí en tres, donde abordaré: (1) por qué el caso Senasa es particularmente asqueante; (2) como las ARS privadas, en violación a ley, se quedan con la mejor parte de los seguros de los servidores públicos; (3) cómo quienes tienen que velar por un buen servicio del Senasa usan seguros privados.
Empiezo…
Se estima que el fraude al Estado en el Seguro Nacional Salud sobrepasa los 12 mil millones de pesos. Pero este robo no es cualquier robo. Es el despojo de los servicios de salud a la población más desposeída y necesitada.
Robar dinero público es siempre reprochable y condenable… pero robar el dinero de algo tan sagrado, tan básico, tan ligado a la vida misma, como la salud es aún más reprochable. Y hacerle eso a quienes están en el sistema subsidiado, que son los más pobres, los más vulnerables, es algo que pasa a lo asqueroso.
Lo que se señala pasó en Senasa no sería sólo un acto de corrupción, sería además un acto de cobardía, de inhumanidad. Robarle lo más básico al más necesitado. Quien se roba el dinero de la salud condena a muerte a muchas personas.
Además, hacer eso en Senasa es desprestigiar a una institución de la cual dependen millones de personas. Es atentar contra la institucionalidad de una pieza fundamental del sistema de salud dominicano.
Este es un caso que debe llevarse con ejemplarizante dureza. Que sea un espejo en el cual se miren quienes manejamos fondos públicos.