A propósito de la dedicatoria del torneo de béisbol invernal 2022-23 al icónico comentarista Tomás Troncoso Cuesta, entre las motivaciones que se aducen para tal homenaje está, que sirvió de inspiración a muchos que abrazaron como oficio el periodismo y su vertiente la crónica deportiva.
Es una verdad que no amerita debate y tiene validez para una pléyade de comunicadores que despuntó con sonoridad en los años 60 y 70. Y para referirnos a ella entramos en el “túnel del tiempo”, sintagma que acuñó Tomás Troncoso en su última etapa para referir temas del pasado.
Antes, aclaramos que somos oriundos del Cibao Central (entre San Francisco de Macorís y Villa Tapia), donde entraban con nitidez las ondas hertzianas de Santo Domingo y Santiago, centros neurálgicos de la radio dominicana. Por supuesto, tratamos nuestra experiencia.
Con nuestro padre como guía, Leopoldo Abreu (EPD), un neto seguidor del béisbol, un día cualquiera comenzaba con escuchar al periodista Pepe Rueda Méndez en su programa de las 6:30 por los 620 de RTVD, misma estación en la que seguía u ocupó su espacio otro mítico comentarista, Jhonny Naranjo.
Al mediodía por Radio Quisqueyana, Héctor –Bullo- Stéfani entraba con “Los Deportes al Día”, el espacio más dinámico porque interactuaba con el público; paño de lágrimas de los sinsabores aguiluchas y servía de canal para que equipos de pelota de diferentes pueblos pactaran intercambios dominicales.
A esa hora cohabitaba el de Reynaldo Filpo por Radio Norte. Fue el primero por el que se difundió nuestro nombre, porque tuvimos la osadía de enviarle una carta solicitando la donación de un libro de reglas del béisbol, misiva que leyó en el aire y me contestó que no tenía.
A la 1:00 era el plato fuerte con “Los Deportes en Marcha”, de Tomás, en los 650 de Radio Universal: una variedad de comentarios sobre los ámbitos profesional, aficionado y del olimpismo de todas las latitudes. Inolvidable la campaña que acuñó a raíz de la asignación al país de los 12 Juegos del 1974 ante la falta de apoyo de algunos sectores. “Los Décimo Segundos Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, son un compromiso de todos”, cuña que grabó en propia voz.
Desde que se acercaba el béisbol invernal, “Amalgama de Colores en la Pelota” del pintoresco Max Reynoso era imperdible. Los ‘chismes’ con “Me lo dijo Adela”, sus impecables declamaciones de poemas de los colaboradores el Tigre de Bengala, el Sultán Azul, Papito el Cibaeño o el Cibaeñito Mamey, el Elefante Verde, la Esperanza Verde, Pluma Roja y un precoz excelso decimero llamado César Daniel Medina Núñez, enn el disfraz de “La Sombra Escarlata”, eran todo un deleite.
En transmisiones de béisbol invernal, Grandes Ligas y espacios relacionados teníamos a los grandes maestros de la narración Billy Berroa, Lilín Díaz y Félix Acosta Núñez; los comentaristas Troncoso, Naranjo, Fidencio Garris y Max Álvarez; voces comerciales como Osvaldo Cepeda y Cepeda y Freddy Mondesí. Todos enamoraron a generaciones para seguir sus pasos.
Adrede hacemos un aparte con el maestro Ramón de Luna, quien como narrador de las Águilas y la lectura de noticias con soberbios editoriales en su noticiero crepuscular “La situación mundial”, que por Ondas del Yaque compartía al micrófono con su esposa Minucha, era la voz a imitar por tantos que aspiramos ser locutores y que engolábamos para parecernos a él.
Todos ellos sirvieron como fuentes de inspiración a muchos que pretendieron seguir sus pasos y vivir desde adentro los espectáculos deportivos, pero que un puñado logró ¡Tomás Troncoso Cuesta fue uno de los grandes pilares a seguir!