A nosotros los inmigrantes
Sin duda es más profesional, y yo diría elegante, mantener estas líneas fuera de la personalización, pero al tratarse de algo que toca mis fibras y parte de mi historia reciente, es difícil.
Hace solo 11 años que junto a mi familia emprendí un camino a lo desconocido, me mudé a Canadá, lugar donde por la gracia de Dios he podido ser feliz. Dicho lo anterior, conozco como la palma de la mano todo lo que vive quien decide dejar su tierra.
Es más que evidente, que alrededor del mundo numerosos países han endurecido sus políticas migratorias, y tratando de ser lo mas imparcial posible, no les quedó otra alternativa.
En estos momentos, millones de seres humanos se enfrentan a una redefinición de las políticas de inmigración en Estados Unidos de América, la nueva administración del presidente Donald Trump ha cumplido con sus promesas de campaña, y en consecuencia modifica muchas de las directrices migratorias del anterior gobierno del Partido Demócrata.
Ahora bien, es importante resaltar que dichas modificaciones hasta ahora van dirigidas mas hacia los mecanismos relativos a la adquisición de ciudadanía, permisos de trabajo, refugio, asilo, etc. En consecuencia, por el momento, todo aquel que aspira migrar por procesos que llamaremos más convencionales, no sería afectado.
La propia Canadá que me acogió, ha literalmente desmantelado su política migratoria, he sido testigo de cómo todo ha cambiado y también de las razones. Hace apenas unos días se publicaba que más de 50,000 personas con visas de estudio no cumplieron con las condiciones de estas, muchos de ellos con la complicidad de universidades canadienses.
Soy de los que creen que la bonhomía de algunos países receptores de migrantes ha sido abusada, permitiendo así que muchas personas que no buscan mejor vida sino la “vida suave”, hayan contaminado programas creados con profundo sentimiento de solidaridad y empatía para el migrante.
Y es que migrar hacia otro país es un privilegio, no un derecho. Nosotros, Republica Dominicana como país, lo hemos dejado muy claro también.
Mi condición de cónsul general dominicano en la ciudad de Chicago me faculta a defender a mis connacionales, muy específicamente en sus derechos primarios. Es algo lógico, no porque me faculten las leyes sino porque es mi naturaleza, la del nieto de Rosina Pelliccia Cacace, italiana, quien a principios del siglo XIX, con apenas 14 años de edad y luego de semanas en alta mar, llegó a esa tierra bendecida pero desconocida para ellos, llamada República Dominicana.
Cumplamos con las leyes de cada país, evitemos colocarnos en situaciones de vulnerabilidad y protejamos a los que sinceramente buscan mejor vida.
A nosotros los inmigrantes.
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Elías Brache
Licenciado en Derecho Cum Laude (UNPHU) con estudios de Especialidad en Gobierno y Politicas Publicas (FLACSO) ha ocupado diferentes posiciones dirigenciales en su vida privada y publica incluyendo las de Vice Canciller de la Republica y Gerente del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones ...
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