Tuve la suerte de tener un gran padre, muchas veces lo he expresado. Pero si orgulloso he de sentirme de mi padre, aún más orgulloso y afortunado me siento de mi madre: Fabiola Vélez Catrain.
Una mujer fuerte, tan fuerte como para recibir los más duros golpes, sin permitir que se desvanezca su dulce sonrisa. Su respuesta ante la vida y sus circunstancias son mi mayor enseñanza.
Supo resistir el exilio, y esperar a su marido encarcelado por luchar por la Patria. Nunca la escuché reprochando a mi padre por dedicar lo mejor de sí a su país. Además de esposa fiel, fue también su leal compañera.
Mi madre es fuerte, pero con un corazón lleno de amor, que jamás deja de soñar y ver la vida con esperanza. Llora y a la vez sonríe. Se indigna ante las injusticias, pero no se resigna, las combate.
Nos ha enseñado a ser firmes, pero sin odio; a ser fuertes, pero sin dejar de ser amables.
Agradezco a mi madre, no sólo por traerme a este mundo, también por enseñarme a caminar en él, y por ser uno de mis más bellos ejemplos a seguir.
Seguro cada hijo mira a su madre con una admiración similar, pues las madres son todas admirables. No sé si me tocó la mejor del mundo, pero no la cambiaría por ninguna.
¡Feliz cumpleaños mamá!