Al leer los periódicos, revisar las redes sociales o ver a mi alrededor… en un simple ejercicio de observación , me he preguntado muchas, pero muchas veces, por qué prestamos mayor atención a las cosas negativas o las noticias y personas que destruyen nuestros valores.
Es increíble como los “ratings” se disparan cuando se habla o difunde ese tipo de información, pues el morbo y el sensacionalismo son los principales consejeros a la hora de administrar nuestro tiempo. Talvez no sea la regla, pero la cantidad de personas que presta más atención a situaciones que podríamos catalogar como negativas, crece vertiginosamente.
Y ni hablar de los programas de televisión, radio o columnas de opinión, que se centran en la chercha y se enfocan en ridiculizar a quienes por H o por R tienen un nivel sociocultural reducido o completamente nulo…
Y eso no es de ahora, aunque la “chercha” y la falta de respeto a los demás va sumando mayores seguidores que ven, en estas situaciones, su mejor medio de entretenimiento.
Lo más lamentable del asunto es cómo marcas y empresas dan vigencia a estos espacios, creados para anular la capacidad de razonamiento de las masas y convertirlas en ovejos camino al matadero de la ignorancia, con el apoyo económico que sustentan las horas en las que llegan al conglomerado.
La razón… simple… si tienen audiencia permanecerán influenciando a todo el que tenga la dicha relativa o desgracia segura, incluidos nuestros hijos, de dedicar minutos u horas a escuchar las sandeces que dicen.
Tratemos de ser más cuidadosos con lo que apoyamos.