Era natividad, con el mismo dolor y alegría de siempre.
Y cruzó zumbando la estrella antigua repleta de luz y leyenda.
No quería y no puedo, cerrar los ojos ante tanto dolor y pretender que, hablando del futuro, sentenciar sobre la alegría » que nos espera » o en todo caso: irrespetar a lectoras y lectores, ofreciendo un análisis del tiempo actual, como si estas navidades fueran igual que todas las otras que hemos conocido, vivido, gozado, viajado y celebrado. No, nada será igual y lo sabemos bien, pero muy bien.
A estas horas de almuerzo por cena, aunque sea de día, a los de siempre lo miraremos con mayor claridad, a luz del día y comprenderemos que nuestras seguridades individuales, apenas lo cubren.
Son los mismos, ahora la noche, cuando era cena nocturna, no dejará en las sombras sus angustias y necesidades, por la pandemia, en pleno día miraremos esos dolores ajenos y no podremos virar la mirada del alma hacia el rincón de la indiferencia…
A estas horas, entre velas encendidas que compiten con el sol burlón, flores de pascuas en la mesa y música apropiada de coros y fanfarrias, al almuerzo por cena habrá que agregar el duelo, porque este tiempo de fin de año, es no es igual que ningún otro.
El duelo es el recuerdo y las pupilas aguadas en la discreción y con el obligado desahogo de garganta en la congoja, inevitable, quizás nunca pasajero.
Atrás hemos dejado muchos rostros queridos, y a lo largo de todo este año, los talones de la muerte han amenazado nuestras vidas, de modo silente e invisible…
Recordemos con el corazón abierto al recuerdo, a los que no están que han sido muchos.
Hemos perdido voces y plumas, diálogos y risas, cariños y presencias que, en la lucha por este país, siempre harán falta, siempre: pienso en sus rostros y sé que dolerá siempre…
La incertidumbre es sombra que nos acompaña junto al factor de subversión de la misma pandemia, que promete cambiar paradigmas de vida universales para siempre.
El año 2020 se ha convertido en un tiempo de vida, pura ciencia ficción irreversible, gobiernos y pueblos en la búsqueda de una verdad médica que al final nadie tiene, la vacuna que fue el gran aliento con las mutaciones de virus y cepas, se convierte en un paliativo más, nada es seguro, nadie garantiza nada: de nuevo a los existencialistas, la vida como un azar súbito.
A estas horas, almuerzo como la cena de siempre, hace días ya la estrella brillosa hubo de pasar por nuestras cabezas embelesadas, conjunciones y pasos de planetas, en 800 años más nosotros mismos apenas seremos el cosmos…
Hacia el futuro:
¿Cómo situarnos en tanto que República Dominicana, media isla en los sueños y pesadilla como isla entera?…
No somos eternos. Nadie lo es. Pero miremos hacia el 2021, con todas las ilusiones posibles, lo que pueda venir, solo con ambiciones y fuerza de nación, podemos enfrentarlo.
Quizás sea sudor y lágrimas, como en aquel bombardeado Londres de Sir Winston Churchill, pero si hay tesón y sentido de país, salimos con más alegría que miedo o vergüenza…
Hagamos de la vida una bella música temprana, a estas horas, ¡¡recordémoslo!!
El tiempo y la historia con sus hechos, nos situará donde debamos estar, según nuestras habilidades y la sagacidad e inteligencia estratégica, de quienes hemos elegido para gobernarnos… (CFE)