El mes de enero nos vuelve a recordar a nuestra Virgen de la Altagracia, Madre espiritual y protectora de nuestro pueblo.
El 21 de enero es una fiesta de regocijo para los dominicanos y una oportunidad para reafirmar la fe siguiendo el ejemplo de una joven humilde de Nazaret que se entregó a la Voluntad Divina desde la aceptación y el abandono total en el Dios que todo lo puede.
La Llena de Gracia nos recuerda una vez más que la grandeza y la gloria está en lo sencillo, en el servicio y en la fe en el Dios que obra en nuestras vidas y en la historia humana.
María trae a la luz al Jesús compasivo y misericordioso que es aliento y sosiego del alma y que en las horas tristes nos dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso” (Mateo 11:28).
María sigue siendo la madre que se conduele de sus hijos y por ello intercede por nosotros como en las Bodas de Caná de Galilea. Así como le dijo a Jesús: “No les queda vino”, le sigue presentado a Él nuestros sufrimientos, enfermedades, penas y angustia para que siga obrando el milagro más grande: la confianza total de que, aún en medio de las luchas y tormentas, Jesús nunca nos abandonará.
El ejemplo de María nos mueve a vivir desde la confianza y la absoluta certeza de la protección de Dios por la intercesión de una madre sensible que mira nuestras necesidades y llora nuestras penas y sufrimientos.
En momentos de dificultad como las que vivimos en nuestro país, nuestra madre es nuestro auxilio y socorro. Le pedimos “que no nos prive de su protección, que no nos deje solos”.
Que, como pueblo, sigamos el ejemplo de María de humildad, sencillez y confianza en su Hijo y que nos ayude a mantenernos en su camino. Que sigamos recibiendo la protección de la Virgen de la Altagracia.
Que su bendición llegue a cada rincón de República Dominicana, porque, como dicen nuestros obispos: “nuestro país ha sido y es bendecido por Dios y creemos que lo es, por haber plantado en nuestra tierra, por primera vez en el continente americano, la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, y por habernos dejado a María, su Madre, como Patrona del pueblo dominicano”.