A Corripio, Phipps y la adversidad

A Corripio, Phipps y la adversidad

A Corripio, Phipps y la adversidad

Roberto Marcallé Abreu

Leer y releer al escritor Miguel Phipps es como mirar de frente las adversidades que la existencia sitúa a veces en nuestro camino.

Porque las maneras en que se está desarrollando nuestra existencia con frecuencia nos provoca una profunda sensación de desasosiego.

En apenas 48 horas cuatro niños han quedado huérfanos, tras un inconcebible derramamiento de sangre. El espíritu se rebela, nuestros ojos enrojecen por el dolor, y el corazón se desborda de amargura.

Seis muertos. La crónica roja cita la muerte “de los padres y hermanos de las víctimas”. Geraldino Encarnación, de 28 años, dio muerte a su ex pareja, Silvia Pozo Fructuoso, de 26 años, hirió de bala a sus padres y a un hermano y luego se suicidó.

Rubén Darío Jiménez, a su vez, asesinó a Leyda Esterlin Vicente, de 25 años, a Ángel Robert Vicente Montaño, su padre, de 52 años, a su madre Orfelina Sánchez Suazo, de 50 y a su cuñado Henry Feliz Gómez, de 47.

El obispo Freddy Bretón, horrorizado ante estos eventos, clama, conmovido, por el respeto a la dignidad humana y expresa que “todos lloramos lágrimas de sangre”.

La sociedad dominicana sufre las consecuencias del abandono, los robos y los abusos de los desaprensivos y de una degradación sin precedentes de años y años. Sobran los hechos: Niñas que contraen matrimonio sin preparación física ni emocional. Miles de abortos que se realizan en antros clandestinos.

Robos, despojos, crímenes por paga. En esta semana dos bebés de meses fueron abandonados en las calles por sus madres.

El escritor Miguel Phipps nos dice que “embargado por el dolor, miré al cielo…solté las amarras y jamás miré hacia abajo. De ahí en adelante, las señales del cielo dirigían mi corazón”. Tantas tragedias nos arrodillan.

Las nuevas autoridades se afanan de manera incansable por devolver la normalidad al país, pese a los tantos inconvenientes al acecho.

Es una tarea mayúscula que, a la larga, nos concederá un respiro. Se procede con serenidad, pero con certidumbre y firmeza.

Se proyectan iniciativas como la formulada por Tirso Mejía Ricart, de enfrentar problemas comunes como el tránsito intermunicipal, el transporte colectivo, la protección del medio ambiente, la disposición de los desechos sólidos y líquidos, así como “crear fuentes de trabajo para la creciente población y los espacios sociales y culturales que son propios de una gran urbe llamada a ser la más importante de todo el Caribe”.

Se dan los pasos para fortalecer el turismo y crear nuevos desarrollos, se procura el control de los artículos básicos, se combate la pandemia, se transforma el servicio exterior en un instrumento funcional de promoción de exportaciones y captación de inversiones, se preserva la autonomía judicial en la persecución de delitos de Estado, se elaboran proyectos de envergadura como la autopista del Ambar que unirá a Santo domingo con Puerto Plata.

Tirso Mejía Ricart expone la necesidad de organizar en grandes distritos municipales Santo Domingo Oeste, por la avenida Luperón y al este del río Haina, la comunidad de Los Alcarrizos, Pedro Brand, Boca Chica, Guerra.

Cuando medito en lo que es preciso hacer, en lo que se pudo haber hecho con los miles de millones robados al Estado nueva vez me vienen a la mente las historias elaboradas por Miguel Phipps.

“La perversidad usa medios como la calumnia, la murmuración, el engaño, la compra de conciencias”, expresa en el prólogo de “El calvario de la traición”, el empresario José Pepín Corripio.

Quienes así proceden, nos dicen, “es gente que carece de paz”. “Odia y derrama su veneno…solo que la verdad siempre sale a relucir”. “La sociedad requiere, de manera imperativa valorizar la integridad”, porque “la vida devuelve a cada cual lo que siembra…el bien vence siempre el mal”.

Leer y releer estos textos, “Las hogueras del infierno” y “El seno de lo prohibido”, entre tantas obras de Phipps, viene a ser una lección de convivencia en tiempos tan adversos como los que nos ha correspondido vivir. Es mi relectura de estos momentos.



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