El pasado domingo 4 de abril se cumplieron 49 años de que en 1972 fuera herida mortalmente la joven Sagrario Díaz Santiago, estudiante de economía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la que antes de fallecer libró una tormentosa agonía de 10 diez días por vencer la muerte.
Fue un martes posterior, como ahora, a domingo de Resurrección. En la UASD era un día más de reinscripciones, que en esos tiempos eran totalmente manuales.
Sagrario nació en Barahona, pero pronto emigró con su familia a San Cristóbal para cursar sus estudios básicos en la escuela Juan Pablo Pina, y más luego en el liceo Manuel María Valencia, donde se destacó siempre por sus inquietudes académicas y sociales. Igual hizo en la UASD, lo que pronto la llevó a ser candidata y participante al Consejo Técnico de la Facultad de Ciencias económicas y sociales (FCES) y al Claustro Universitario.
El 4 de abril había transcurrido normal durante la primera parte de la mañana, pero próximo al medio día comenzó el rumor de que la Policía Nacional, cuya jefatura era ocupada por el general Ney Nivar Seijas, se aprestaba a rodear la universidad.
El rumor pronto se hizo realidad, apareciendo grandes contingentes policiales, principalmente por la esquina comprendida entre Alma Mater y la Correa y Cidrón.
El argumento: que en la UASD se encontraba el señor Tácito Perdomo Robles con el encargo de planificar la muerte del presidente Joaquín Balaguer. Las autoridades negociaban mostrándose abiertas a las indagaciones, pero la Policía reclamaba su inmediata entrega.
Llegado a un punto las negociaciones se tornaron inútiles y entonces la razón de la fuerza se impuso. Las fuerzas de Operaciones Especiales, que ya habían penetrado al campus universitario, se apostaron con sus armas en posición de combate frente a las oficinas de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), anexas al pasado edificio de la Rectoría.
Viendo esa disposición policial los que estábamos en la parte delantera de la FED solo atinamos a entonar el Himno Nacional, el cual no pudimos concluir por el endemoniado rugido de las balas y bombas que fueron lanzadas. Me recuerdo en el piso raneándome, oyendo el impacto del plomo sobre el pavimento y atinando instintivamente a cubrirme la cabeza con las manos.
En medio de aquello resaltó un grito aterrador del hermano de Sagrario, Fidias Omar Santiago, quien al notarla mortalmente herida, la cargó, desafiando el peligro, junto al estudiante de ingeniería ya fallecido, Danilo Santiago.
La foto de ese acontecimiento de inmenso dolor e impotencia, está ahí eternizada para recordarnos la sinrazón, la vesania encomendada por el entonces presidente de la República, Joaquín Balaguer, y la inmisericorde ejecución de Operaciones Especiales Tácito Perdomo Robles, años después, pasó a formar partido con sus persecutores y, como siempre, no hubo condena para los responsables.
El país acompañó a Sagrario a su morada final en tumultuosas muchedumbres, al ritmo de la canción de la cantante internacional Gloria Martin que versa: “Sagrario se llamó aquí y en mi tierra de otra forma; cómo se llaman los hombres que matan a las palomas…”