Pocas empresas y negocios familiares dominicanos tienen más de un siglo de fundados, pero sólo las mejores han logrado la magnitud e importancia de la antigua y recordada Codetel, hoy Claro Dominicana tras adquirirla Carlos Slim en una muestra de confianza en la economía de nuestro país.
Sus 95 años de operación ininterrumpida muy exitosa, como líder del mercado y ejemplo de resiliente adaptabilidad, son una inspiración para empresarios grandes, medianos y pequeños. Durante 17 de esos 95 años, tuve el privilegio de ser asesor externo de Codetel, incluyendo la tormentosa transición del marco regulatorio ocasionada por la irrupción en el mercado de las telecomunicaciones por Tricom, la recordada empresa de Arturo Pellerano que rompió el monopolio y forzó un cambio de paradigma.
Uno de mis mentores al inicio de mi ejercicio como consultor en asuntos públicos, hace cuatro décadas, fue Guillermo Amore, que aparte de liderar a Codetel como un formidable capitán de empresa creó entidades como ASIEX, Acción Empresarial y otras.
Su equipo gerencial fue tan magnífico que casi todos han pasado a ocupar responsabilidades de liderazgo en sus respectivas profesiones.
Si otros servicios públicos, por ejemplo la distribución de electricidad, funcionaran como Codetel, el país sería exponencialmente mejor.
La excelencia de Codetel/Claro ha sido tan notable que ha sobrevivido períodos de gerencia tan pobre que desdeñó y desperdició su arduamente ganado liderazgo moral y conexión emocional con sus clientes, obligando al posterior rescate reputacional que realizó el caballeroso Rogelio Viesca.
Hoy Codetel es liderada por su primer presidente dominicano, Carlos Cueto, y me alegra felicitar a esta empresa a la que me siento sentimentalmente atado y agradecido por muchos años de fructífera cooperación.
Sus muchas lecciones de éxito —y sus pocos aleccionadores traspiés— son parte del acervo de la cultura empresarial dominicana.