La Segunda Guerra Mundial dejó 50 millones de muertos, igual número de desplazados y el triple de heridos. Concluirla habría sido imposible sin la entrada de los EE. UU. en la contienda.
Meses antes de Pearl Harbor, el entonces presidente Franklin Roosevelt firmó junto a Winston Churchill la Carta del Atlántico (“Atlantic Charter”), cuyos principios encarnaron luego en la Carta de San Francisco que dio origen a la Organización de las Naciones Unidas: respeto a la autodeterminación y a la libertad, cooperación económica y social, desarme de las naciones agresoras y renuncia al uso de la fuerza.
Aunque a muchos parece olvidárseles, la ONU surge para evitar tragedias comparables a la Segunda Guerra Mundial, promoviendo el desarrollo, los derechos humanos, la paz y la seguridad.
Pero hay guerra en Ucrania y el Medio Oriente. Persiste la desigualdad y se recrudecen el hambre y la malnutrición. Parecería así que hay poco que celebrar este 24 de octubre, día del 75 aniversario de la ONU.
Es mucho, sin embargo, lo que hay que agradecer a este organismo. Porque, de no existir, países como la RD, carecerían de la única arma que les asiste en su defensa: el derecho internacional y los mecanismos multilaterales de toma de decisiones.
Gracias a la ONU existen consensos importantes sobre desarrollo sostenible y cambio climático. Existen además agencias especializadas que asisten a los gobiernos en sus políticas públicas para erradicar la pobreza, luchar contra las enfermedades y combatir la discriminación.
Aquellos que lamentan la inoperancia de la ONU debieran mirarse en el espejo y preguntarse el porqué de sus propios errores y omisiones.
Como los vetos a decisiones cruciales para la paz y la seguridad del mundo. Como los obstáculos a la selección de jueces para la solución de controversias en la OMC. Como la ausencia de financiamiento suficiente para cubrir el costo de cumplir con la agenda 2030 y de capitalizar el fondo verde para el cambio climático.
Cuando la ONU funciona es porque sus miembros votan favorablemente o desisten de vetar resoluciones. Una posible muestra podría venir luego de las oportunas decisiones sobre Haití, adoptadas en el Consejo de Seguridad, con miras a estabilizar al vecino país y relanzar su desarrollo, permitiéndole acabar con la violencia y frenar la migración.
Organismos de la ONU han sido claves para el avance legal e institucional de la RD.
El PNUD contribuyó a superar la dura crisis de 1990, asesorando en las reformas económicas sin requerir condicionalidades. Desde entonces la RD registró las mayores tasas de crecimiento del hemisferio.
La UNCTAD ayudó a reformar el comercio exterior y crear la política de competencia, encajando la globalización sin mayores traumas.
La UIT asesoró la creación del Indotel, permitiendo el crecimiento vertiginoso de las telecomunicaciones.
Hoy dirige la ONU el valiente portugués Antonio Guterres, portavoz de las verdades que a otros molestan.
En este 75 aniversario de la ONU, hay que respaldar el ejercicio sin mayores restricciones de todas sus funciones, para superar las divisiones, reparar las relaciones, construir la paz y caminar como naciones unidas hacia un mejor mañana.