"Los niños se mueren de hambre. Las imágenes de madres abrazando sus cuerpos inmóviles, acariciándoles el pelo, hablándoles, disculpándose ¡Es insoportable! ¿Cómo alguien puede tolerar este horror?". Riyad Mansour antes de quebrarse y ponerse a llorar, en la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU.
600 días de barbarie en gaza, aislada por un bloqueo total, terrestre, aéreo y marítimo, más de 2 millones de personas atrapadas, sin acceso adecuado alimentos, medicinas, agua, ni refugios, la hambruna y la destrucción, son resultados directos de esta política criminal, del Estado de Israel, los hospitales colapsaron por falta de suministros, los médicos operan sin anestesia ni antibióticos
Más de 54 mil muertos y miles de heridos desde octubre del 2023, como consecuencia de los bombardeos y ataques terrestres, el 70% mujeres y niños, lo que representa una pérdida de generaciones futuras y múltiples violaciones al Derecho Internacional Humanitario en distinción, proporcionalidad y precaución.
60.000 edificaciones han sido completamente destruidas en Gaza, otras 20.000 se han visto gravemente afectadas y más de 56.000 están moderadamente afectadas, según los datos del Centro de Satélites de la ONU.
Esto supone el 69% del total de la infraestructura de la Franja. Naciones Unidas ya advirtió de que el enclave palestino podría tardar 350 años en recuperar los niveles que tenía antes de 7 de octubre de 2023.
Solo retirar las más de 40 millones de toneladas de escombros podría costar US$1.200 millones y tardar unos 14 años, según la ONU. En mayo, el organismo internacional calculó que la reconstrucción de Gaza podría llegar a costar entre US$40.000 y 50.000 millones.
Mientras occidente condena con firmeza el conflicto armado, iniciado por Rusia en 2022, por respecto a su soberanía y la integridad territorial, como principios inviolables del derecho internacional, se han impuesto sanciones masivas a Rusia, apoyo militar y económico sin precedentes a Ucrania, y un esfuerzo diplomático para aislar a Moscú.
Pero cuando Israel bombardea Gaza, los colonos expanden asentamientos ilegales, imponiendo bloqueos prolongados, los mismos países se abstienen de condenarlos de manera firme, o lo justifican en nombre de la “autodefensa de Israel”.
Estados Unidos ha vetado múltiples resoluciones del consejo de seguridad de la ONU, que buscaban frenar las acciones de Israel contrarias al derecho internacional.
Los medios occidentales han retratado a los ucranianos como valientes defensores de la democracia, promoviendo una narrativa clara de buenos ucranianos y malos rusos, la resistencia armada ucraniana es celebrada como heroica.
La resistencia Palestina, incluso la civil, suele ser criminalizada, cualquier tipo de oposición sea militar o no, es rápidamente etiquetada como terrorista, se minimiza el sufrimiento de la población civil palestina o se le responsabiliza indirectamente.
En Ucrania se ha canalizado miles de millones de dólares en armas y ayuda militar, con el objetivo de debilitar estratégicamente a Rusia. Desde el 7 de octubre de 2023, Estados Unidos ha proporcionado a Israel una cifra récord de al menos 17.9 mil millones en ayuda militar, según un informe del proyecto Costs of War de la Universidad de Brown .
En términos estrictamente geopolíticos, EE.UU. y Europa actúan según sus intereses estratégicos: contener a Rusia y respaldar a un aliado como Israel en Oriente Medio. Sin embargo, presentan estas decisiones como luchas por los "valores democráticos" o el "orden basado en reglas", lo que genera una brecha entre el discurso y la práctica.
Trump propuso un plan para Gaza, el presidente de EE. UU. ahora busca controlar el enclave costero, expulsar a su población palestina y transformarlo en “la Riviera de Medio Oriente”, lo cual no es más que seguir justificando la limpieza étnica de Benjamín Netanyahu y la elite político- militar del sionismo.
Promueve ideas cada vez más descaradas sobre redibujar el mapa del mundo, siguiendo la tradición del imperialismo del siglo XIX, primero estaba lo de comprar Groenlandia, luego anexarse Canadá, reclamar el canal de Panamá y cambiar el nombre del Golfo de México.
Mientras el plan propuesto por Egipto y respaldado por países árabes, la Liga Árabe, la Unión Europea, la ONU y la Autoridad Palestina, se presenta como una alternativa al plan de Donald Trump. Este plan busca garantizar que los aproximadamente 2,4 millones de palestinos puedan permanecer en sus tierras sin desplazamientos forzados, en contraste con la propuesta de Trump que sugiere la transformación de Gaza en un centro turístico de lujo y la reubicación de los palestinos en Egipto y Jordania.
La guerra en Ucrania y la guerra en Gaza exponen una contradicción central en la política exterior occidental: se invocan principios universales, pero se aplican de forma selectiva. Esta hipocresía no es nueva, pero ahora tiene más consecuencias que nunca, porque el mundo es más multipolar, más informado, y menos dispuesto a aceptar sin cuestionar la narrativa hegemónica de Estados Unidos y Europa.
China y Rusia han adoptado posiciones firmes en apoyo a Palestina durante el conflicto en Gaza, destacándose por su oposición a las políticas de Estados Unidos e Israel en el ámbito internacional.
Durante la cumbre en Kazán, Rusia y China, junto con otros miembros del BRICS, expresaron su apoyo a la creación de un Estado palestino soberano dentro de las fronteras de 1967, destacando la necesidad de una solución política justa y duradera para el conflicto.
El genocidio en Gaza no es solo una tragedia humanitaria: es una herida abierta en la conciencia del mundo. Cada vida arrebatada, cada hogar destruido, cada voz silenciada exige algo más que compasión: exige justicia.
No podemos permitir que la deshumanización se normalice ni que el silencio se vuelva complicidad. Hoy, más que nunca, es necesario alzar la voz, sostener la memoria y exigir responsabilidad. Porque la paz verdadera solo será posible cuando se reconozcan los crímenes, se repare el daño y se garantice la dignidad de todos los pueblos.
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